Documenta Catholica Omnia
Non nobis, Domine, non nobis, sed nomini tuo da gloriam
Index Verborum: sobre
Juan de la Cruz (1542-1591) Avisos |
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§ 41 | Las cuales ha de tener el alma contemplativa: que se ha de subir sobre las cosas transitorias, no haciendo más caso de ellas que si no fuesen; y ha de ser tan amiga de la soledad y silencio, que no sufra compañía de otra criatura; ha de poner el pico al aire del Espíritu Santo, correspondiendo a sus inspiraciones, para que, haciéndolo así, se haga más digna de su compañía; no ha de tener determinado color, no teniendo determinación en ninguna cosa, sino en lo que es voluntad de Dios; ha de cantar suavemente en la contemplación y amor de su Esposo. |
Juan de la Cruz (1542-1591) Avisos a un Religioso para Alcanzar la Perfecion |
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Juan de la Cruz (1542-1591) Avisos copiados por Magdalena del Espiritu Santo |
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Juan de la Cruz (1542-1591) Avisos por la Madre Maria de Jesus |
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§ 1 | Levantarse sobre sí, no hacer asiento en cosa en nada. |
Juan de la Cruz (1542-1591) Avisos procedentes de Antequera |
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Juan de la Cruz (1542-1591) Avisos recogidos por la edicion de Gerona |
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§ 8 | Los amigos viejos de Dios por maravilla faltan a Dios, porque están ya sobre todo lo que les puede hacer falta. |
Juan de la Cruz (1542-1591) Cantico Espiritual A |
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§ 0 | Entrado se ha la esposa en el ameno huerto deseado, y a su sabor reposa, el cuello reclinado sobre los dulces brazos del Amado. |
§ 1.2 | Donde es de notar que, por grandes comunicaciones y presencias, y altas y subidas noticias de Dios que una alma en esta vida tenga, no es aquello esencialmente Dios, ni tiene que ver con él, porque todavía, en la verdad, le está al alma escondido, y siempre le conviene al alma sobre todas esas grandezas tenerle por escondido y buscarle escondido, diciendo: ¿Adónde te escondiste? Porque ni la alta comunicación y presencia sensible es más testimonio de su presencia, ni la sequedad y carencia de todo eso en el alma es menos testimonio de su presencia en ella. |
§ 1.13 | Esta pena y sentimiento de la ausencia de Dios suele ser tan grande en los que van llegándose a perfección, al tiempo de estas divinas heridas, que, si no proveyese el Señor, morirían, porque, como tienen el paladar de la voluntad y el espíritu limpio y sano, bien dispuesto para Dios, y en lo dicho se les da a gustar algo de la dulzura del amor, que ellos sobre todo modo apetecen, padecen sobre todo modo; porque, como por resquicios, se les muestra un inmenso bien y no se les concede: así es inefable la pena y el tormento. |
§ 1.13 | Esta pena y sentimiento de la ausencia de Dios suele ser tan grande en los que van llegándose a perfección, al tiempo de estas divinas heridas, que, si no proveyese el Señor, morirían, porque, como tienen el paladar de la voluntad y el espíritu limpio y sano, bien dispuesto para Dios, y en lo dicho se les da a gustar algo de la dulzura del amor, que ellos sobre todo modo apetecen, padecen sobre todo modo; porque, como por resquicios, se les muestra un inmenso bien y no se les concede: así es inefable la pena y el tormento. |
§ 3.8 | De cuya fortaleza también dice el profeta Job (Jb 41, 24) que no hay poder sobre la tierra que se compare a éste del demonio, que fue hecho de suerte que a ninguno temiese, esto es, ningún poder humano se podrá comparar con el suyo, y así, sólo el poder divino basta para poder entender sus ardides. |
§ 7.6 | Y porque por estas criaturas racionales más al vivo conoce a Dios el alma, ahora por la consideración de la excelencia que tienen sobre todas las cosas criadas, ahora por lo que ellas nos enseñan de Dios: las unas interiormente por secretas inspiraciones, como lo hacen los ángeles, las otras exteriormente por las verdades de las Escrituras, dice: |
§ 11.6 | Pero sobre este dibujo de fe hay otro dibujo de amor en el alma del amante, y es según la voluntad, en la cual de tal manera se dibuja la figura del Amado, y tan conjunta y vivamente se retrata en él cuando hay unión de amor, que es verdad decir que el Amado vive en el amante y el amante en el Amado; y tal manera de semejanza hace el amor en la transformación de los amados, que se puede decir que cada uno es el otro y que entrambos son uno. |
§ 11.7 | Pero cuando este dibujo de transformación en esta vida se alcanza es grande buena dicha, porque con eso se contenta grandemente el Amado; que por eso, deseando él que le pusiese la Esposa en su alma como dibujo, le dijo en los Cantares (Ct 8, 6): Ponme como señal sobre tu corazón, como señal sobre tu brazo. |
§ 11.7 | Pero cuando este dibujo de transformación en esta vida se alcanza es grande buena dicha, porque con eso se contenta grandemente el Amado; que por eso, deseando él que le pusiese la Esposa en su alma como dibujo, le dijo en los Cantares (Ct 8, 6): Ponme como señal sobre tu corazón, como señal sobre tu brazo. |
§ 12.1 | Y así, no pudiendo sufrir el exceso en sujeto tan flaco, dice en la presente canción: Apártalos, Amado, es a saber, esos tus ojos divinos, porque me hacen volar saliendo de mí a suma contemplación sobre lo que sufre el natural. |
§ 12.11 | Y para seguir esta caridad, hase de ejercitar lo que de ella dice el Apóstol (1 Cor. 13, 47), diciendo: La caridad es paciente, es benigna, no es envidiosa, no hace mal, no se ensoberbece, no es ambiciosa, no busca sus mismas cosas, no se alborota, no piensa mal, no se huelga sobre la maldad, gózase en la verdad, todas las cosas sufre que son de sufrir, cree todas las cosas, es a saber, las que se deben creer, todas las casas espera y todas las cosas sustenta, es a saber, que convienen a la caridad. |
§ 13.2 | Pues como esta palomica del alma andaba volando por los aires de amor sobre las aguas del diluvio de las fatigas y ansias suyas de amor que ha mostrado hasta aquí, no hallando donde descansase su pie, a este último vuelo que habemos dicho extendió el piadoso padre Noé la mano de su misericordia y recogióla, metiéndola en el arca de su caridad y amor. |
§ 13.4 | Ve el alma y gusta en esta divina unión abundancia y riquezas inestimables, y halla todo el descanso y recreación que ella desea, y entiende secretos e inteligencias de Dios extrañas, que es otro manjar de los que mejor le saben; y siente en Dios un terrible poder y fuerza que todo otro poder y fuerza priva, y gusta allí admirable suavidad y deleite de espíritu, halla verdadero sosiego y luz divina, y gusta altamente de la sabiduría de Dios, que en la armonía de las criaturas y hechos de Dios reluce; y siéntese llena de bienes y vacía y ajena de males, y, sobre todo, entiende y goza de una inestimable refección de amor, que la confirma en amor. |
§ 13.9 | Cuanto a la primera propiedad que el alma siente, es de saber que de tal manera se ve el alma embestir del torrente del espíritu de Dios en este caso y con tanta fuerza apoderarse de ella, que la parece que vienen sobre ella todos los ríos del mundo que la embisten, y siente ser allí anegadas todas sus acciones y pasiones en que antes estaba. |
§ 13.9 | Y no porque es cosa de tanta fuerza es cosa de tormento, porque estos ríos son ríos de paz, según por Isaías (Is 66, 12) da Dios a entender de este embestir en el alma, diciendo: Ecce ego declinabo super eam quasi fluvium pacis et quasi torrentem inundantem gloriam; quiere decir: Notad y advertid que yo declinaré y embestiré sobre ella, es a saber, sobre el alma, como un río de paz y así como un torrente que va redundando gloria. |
§ 13.9 | Y no porque es cosa de tanta fuerza es cosa de tormento, porque estos ríos son ríos de paz, según por Isaías (Is 66, 12) da Dios a entender de este embestir en el alma, diciendo: Ecce ego declinabo super eam quasi fluvium pacis et quasi torrentem inundantem gloriam; quiere decir: Notad y advertid que yo declinaré y embestiré sobre ella, es a saber, sobre el alma, como un río de paz y así como un torrente que va redundando gloria. |
§ 13.9 | La tercera propiedad que el alma siente en estos sonorosos ríos de su Amado es un sonido y voz espiritual que es sobre todo sonido y sobre toda voz; la cual voz priva toda otra voz y su sonido excede todos los sonidos del mundo. |
§ 13.9 | La tercera propiedad que el alma siente en estos sonorosos ríos de su Amado es un sonido y voz espiritual que es sobre todo sonido y sobre toda voz; la cual voz priva toda otra voz y su sonido excede todos los sonidos del mundo. |
§ 13.10 | Esta espiritual voz y sonido se hizo en el espíritu de los apóstoles al tiempo que el Espíritu Santo con vehemente torrente, como se dice en los Actos de los Apóstoles (Act 2, 2), descendió sobre ellos; que para dar a entender la espiritual voz que interiormente les hacía, se oyó aquel sonido de fuera como de aire vehemente, de manera que fuese oído de todos los que estaban dentro en Jerusalén; por el cual, como decimos, se denotaba el que dentro en sí recibían los apóstoles, que era, como habemos dicho, henchimiento de poder y fortaleza. |
§ 13.24 | En este sosiego se ve el entendimiento levantado con extraña novedad sobre todo natural entender a la divina luz, bien así como el que después de un largo sueño abre los ojos a la luz que no esperaba. |
§ 13.24 | Como si dijera: abrí los ojos de mi entendimiento y halléme sobre todas las inteligencias naturales, solitario sin ellas en el tejado, que es sobre todas las cosas de abajo. |
§ 13.24 | Como si dijera: abrí los ojos de mi entendimiento y halléme sobre todas las inteligencias naturales, solitario sin ellas en el tejado, que es sobre todas las cosas de abajo. |
§ 14.8 | Esto mismo dijo en los Cantares (Ct 3, 78) la esposa por otras palabras, diciendo: En lectulum Salomonis sexaginta fortes ambiunt ex fortissimis Israel uniuscuiusque ensis super femur suum propter timores nocturnos: que quiere decir: Mirad que sesenta fuertes cercan el lecho de Salomón; la espada de cada uno sobre su muslo por los temores de las noches. |
§ 15.10 | Y porque estos amantes viejos no tienen la suavidad radicalmente en el sentido, no traen ya ansias y penas de amor en el sentido y alma; y así, estos amigos viejos por maravilla faltan a Dios, porque están ya sobre lo que los había de hacer faltar, que es sobre el sentido inferior, y tienen el vino de amor, no sólo ya cocido y purgado de hez, mas aun adobado con las especias que decíamos de virtudes perfectas, que no le dejan malear como el nuevo. |
§ 15.10 | Y porque estos amantes viejos no tienen la suavidad radicalmente en el sentido, no traen ya ansias y penas de amor en el sentido y alma; y así, estos amigos viejos por maravilla faltan a Dios, porque están ya sobre lo que los había de hacer faltar, que es sobre el sentido inferior, y tienen el vino de amor, no sólo ya cocido y purgado de hez, mas aun adobado con las especias que decíamos de virtudes perfectas, que no le dejan malear como el nuevo. |
§ 19.7 | Y si queremos entender el dicho verso más espiritualmente y más al propósito que aquí se trata, es de saber que, cuando un alma en el camino espiritual ha llegado a tanto que se ha perdido a todos los modos y vías naturales de proceder en el trato con Dios, que ya no le busca por consideraciones ni formas ni sentimientos ni otros medios algunos de criatura y sentido, sino que pasó sobre todo eso y sobre todo modo suyo y manera, tratando y gozando a Dios en fe y amor, entonces se dice haberse de veras ganado a Dios, porque de veras se ha perdido a todo lo que no es Dios, y a lo que es en sí. |
§ 19.7 | Y si queremos entender el dicho verso más espiritualmente y más al propósito que aquí se trata, es de saber que, cuando un alma en el camino espiritual ha llegado a tanto que se ha perdido a todos los modos y vías naturales de proceder en el trato con Dios, que ya no le busca por consideraciones ni formas ni sentimientos ni otros medios algunos de criatura y sentido, sino que pasó sobre todo eso y sobre todo modo suyo y manera, tratando y gozando a Dios en fe y amor, entonces se dice haberse de veras ganado a Dios, porque de veras se ha perdido a todo lo que no es Dios, y a lo que es en sí. |
§ 26 | Entrado se ha la esposa en el ameno huerto deseado, y a su sabor reposa, el cuello reclinado sobre los dulces brazos del Amado. |
§ 26.1 | Y dice dos cosas: la una es decir cómo ya, después de haber salido victoriosa, ha llegado a este estado deleitoso del matrimonio espiritual, que él y ella tanto habían deseado; y la segunda es contar las propiedades del dicho estado, de las cuales el alma goza ya en él, como son: reposar a su sabor y tener el cuello reclinado sobre los dulces brazos del Amado, según ahora iremos declarando. |
§ 26.3 | A este huerto de llena transformación (el cual es ya gozo y deleite y gloria de matrimonio espiritual) no se viene sin pasar primero por el desposorio espiritual y por el amor leal y común de desposados; porque, después de haber sido el alma algún tiempo esposa en entero y suave amor con el Hijo de Dios, después la llama Dios y la mete en este huerto suyo florido a consumar este estado felicisímo del matrimonio consigo, en que se hace tal junta de las dos naturalezas y tal comunicación de la divina a la humana, que, no mudando alguna de ellas su ser, cada una parece Dios, aunque en esta vida no puede ser perfectamente, aunque es sobre todo lo que se puede decir y pensar. |
§ 26.5 | sobre los dulces brazos del Amado. |
§ 28.13 | 13. es a saber, porque más a sabor se deleite de la quietud y suavidad de que goza en el huerto donde se ha entrado, el cuello reclinado sobre los dulces brazos del Amado. |
§ 31.3 | Porque así como la paloma que salió del arca de Noé se volvió a ella con un ramo de oliva en el pico en señal de misericordia de Dios en la cesación de las aguas sobre la tierra, que por el diluvio estaba anegada (Gn. 8, 11), así esta tal alma que salió del arca de la omnipotencia de Dios, que fue cuando la crió, habiendo andado por las aguas del diluvio de los pecados imperfecciones y penas y trabajos de esta vida, vuelve al arca del pecho de su Criador con el ramo de oliva, que es la clemencia y misericordia que Dios ha usado con ella en haberla traído a tan alto estado de perfección, y haber hecho cesar en la tierra de su alma las aguas de los pecados, y dádola victoria contra toda la guerra y batería de los enemigos, que esto la habían siempre procurado impedir; y así, el ramo significa victoria de los enemigos y aún premio de los merecimientos. |
§ 32.5 | Y también es cosa conveniente, que, pues el alma ya lo ha dejado todo y pasado por todos los medios subiéndose sobre todo a Dios, que el mismo Dios sea la guía y el medio para si mismo. |
§ 32.5 | Y, habiéndose el alma ya subido en soledad de todo sobre todo, ya todo no le aprovecha ni sirve para más subir sino el mismo Verbo Esposo, y él está tan enamorado de ella, que él a solas es el que se las quiere hacer. |
§ 33.7 | De donde hablando David (Sal. 18 10-12) del sabor de ellos, dijo así: Judicia Domini vera, iustificata in semetipsa, desiderabilia super aurum, et lapidem pretiosum multum, dulciora super mel et favum; nam et servus tuus dilexit ea, que quiere decir: Los juicios de Dios son verdaderos y en sí mismos tienen justicia; son más deseables y codiciados que el oro y que la preciosa piedra de grande estima; y son dulces sobre la miel y el panal, tanto que tu siervo los amó y guardó. |
§ 34.2 | Las subidas cavernas son los subidos y altos misterios y profundos en sabiduría de Dios que hay en Cristo sobre la unión hipostática de la naturaleza humana con el Verbo divino; y la respondencia que hay de la unión de los hombres en Dios a ésta, y en las conveniencias que hay de justicia y misericordia de Dios sobre la salud del género humano en manifestación de sus juicios; los cuales, por ser tan altos y tan profundos, bien propiamente se llaman subidas cavernas: subidas, por la alteza de misterios; cavernas, por la hondura y profundidad de la sabiduría de ellos. |
§ 34.2 | Las subidas cavernas son los subidos y altos misterios y profundos en sabiduría de Dios que hay en Cristo sobre la unión hipostática de la naturaleza humana con el Verbo divino; y la respondencia que hay de la unión de los hombres en Dios a ésta, y en las conveniencias que hay de justicia y misericordia de Dios sobre la salud del género humano en manifestación de sus juicios; los cuales, por ser tan altos y tan profundos, bien propiamente se llaman subidas cavernas: subidas, por la alteza de misterios; cavernas, por la hondura y profundidad de la sabiduría de ellos. |
Juan de la Cruz (1542-1591) Cantico espiritual B |
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§ 0 | 22 Entrado se ha la Esposa en el ameno huerto deseado, y a su sabor reposa el cuello reclinado sobre los dulces brazos del Amado. |
§ 0 | Cayendo el alma en la cuenta de lo que está obligada a hacer, viendo que la vida es breve (Job 14, 5), la senda de la vida eterna estrecha (Mt. 7, 14), que el justo apenas se salva (1 Pe. 4, 18), que las cosas del mundo son vanas y engañosas, que todo se acaba y falta como el agua que corre (2 Re. 14, 14), el tiempo incierto, la cuenta estrecha, la perdición muy fácil, la salvación muy dificultosa; conociendo, por otra parte, la gran deuda que a Dios debe en haberle criado solamente para sí, por lo cual le debe el servicio de toda su vida, y en haberla redimido solamente por sí mismo, por lo cual le debe todo el resto y respondencia del amor de su voluntad, y otros mil beneficios en que se conoce obligada a Dios desde antes que naciese; y que gran parte de su vida se ha ido en el aire; y que de todo esto ha de haber cuenta y razón, así de lo primero como de lo postrero, hasta el último cuadrante (Mt. 5, 26), cuando escudriñará Dios a Jerusalén con candelas encendidas (Sof. 1, 12), y que ya es tarde y por ventura lo postrero del día (Mt. 20, 6); para remediar tanto mal y daño, mayormente sintiendo a Dios muy enojado y escondido por haberse ella querido olvidar tanto de él entre las criaturas, tocada ella de pavor y dolor de corazón interior sobre tanta perdición y peligro, renunciando a todas las cosas, dando de mano a todo negocio, sin dilatar un día ni una hora, con ansia y gemido salido del corazón herido ya del amor de Dios, comienza a invocar a su Amado y dice: |
§ 1.3 | De donde es de notar que, por grandes comunicaciones y presencias, y altas y subidas noticias de Dios que un alma en esta vida tenga, no es aquello esencialmente Dios, ni tiene que ver con él, porque todavía, a la verdad, le está al alma escondido, y por eso siempre le conviene al alma sobre todas esas grandezas tenerle por escondido y buscarle escondido, diciendo: ¿Adónde te escondiste? Porque ni la alta comunicación ni presencia sensible es cierto testimonio de su graciosa presencia, ni la sequedad y carencia de todo eso en el alma lo es de su ausencia en ella. |
§ 1.9 | Como quiera, pues; que tu Esposo amado es el tesoro escondido en el campo de tu alma, por el cual el sabio mercader dio todas sus cosas (Mt. 13, 44), convendrá que para que tú le halles, olvidadas todas las tuyas y alejándote de todas las criaturas, te escondas en tu retrete interior del espíritu (Mt. 6, 6), y, cerrando la puerta sobre ti, es a saber, tu voluntad a todas las cosas, ores a tu Padre en escondido; y así, quedando escondida con él, entonces le sentirás en escondido, y le amarás y gozarás en escondido, y te deleitarás en escondido con él, es a saber, sobre todo lo que alcanza la lengua y sentido. |
§ 1.9 | Como quiera, pues; que tu Esposo amado es el tesoro escondido en el campo de tu alma, por el cual el sabio mercader dio todas sus cosas (Mt. 13, 44), convendrá que para que tú le halles, olvidadas todas las tuyas y alejándote de todas las criaturas, te escondas en tu retrete interior del espíritu (Mt. 6, 6), y, cerrando la puerta sobre ti, es a saber, tu voluntad a todas las cosas, ores a tu Padre en escondido; y así, quedando escondida con él, entonces le sentirás en escondido, y le amarás y gozarás en escondido, y te deleitarás en escondido con él, es a saber, sobre todo lo que alcanza la lengua y sentido. |
§ 1.10 | Y mira que a ese escondrijo le llama él por Isaías (26, 20), diciendo: Anda, entra en tus retretes, cierra tus puertas sobre ti, esto es, todas tus potencias a todas las criaturas, escóndete un poco hasta un momento, esto es, por este momento de vida temporal. |
§ 1.22 | Esta pena y sentimiento de la ausencia de Dios suele ser tan grande a los que van llegando al estado de perfección, al tiempo de estas divinas heridas, que, si no proveyese el Señor, morirían; porque, como tienen el paladar de la voluntad sano y el espíritu limpio y bien dispuesto para Dios, y en lo que está dicho se les da a gustar algo de la dulzura del amor divino, que ellos sobre todo modo apetecen, padecen sobre todo modo; porque, como por resquicios se les muestra un inmenso bien y no se les concede, así es inefable la pena y el tormento. |
§ 1.22 | Esta pena y sentimiento de la ausencia de Dios suele ser tan grande a los que van llegando al estado de perfección, al tiempo de estas divinas heridas, que, si no proveyese el Señor, morirían; porque, como tienen el paladar de la voluntad sano y el espíritu limpio y bien dispuesto para Dios, y en lo que está dicho se les da a gustar algo de la dulzura del amor divino, que ellos sobre todo modo apetecen, padecen sobre todo modo; porque, como por resquicios se les muestra un inmenso bien y no se les concede, así es inefable la pena y el tormento. |
§ 2.5 | Y cuando el alma también puede con verdad decir lo que en el verso siguiente aquí dice, es señal que le ama sobre todas las cosas. |
§ 3.9 | De cuya fortaleza también dice el profeta Job (41, 24) que no hay poder sobre la tierra que se compare a éste del demonio, que fue hecho de suerte que a ninguno temiese, esto es, ningún poder humano se podrá comparar con el suyo, y así sólo el poder divino basta para poderle vencer y sola la luz divina para poder entender sus ardides. |
§ 7.6 | Y porque por estas criaturas racionales más al vivo conoce a Dios el alma, ahora por la consideración de la excelencia que tienen sobre todas las cosas criadas, ahora por lo que ellas nos enseñan de Dios; las unas interiormente por secretas inspiraciones, como lo hacen los ángeles; las otras exteriormente por las verdades de las Escrituras, dice: |
§ 12.7 | Pero sobre este dibujo de fe hay otro dibujo de amor en el alma del amante, y es según la voluntad, en la cual de tal manera se dibuja la figura del Amado y tan conjunta y vivamente se retrata en él, cuando hay unión de amor, que es verdad decir que el Amado vive en el amante, y el amante en el Amado; y tal manera de semejanza hace el amor en la transformación de los amados, que se puede decir que cada uno es el otro y que entrambos son uno. |
§ 12.8 | Pero cuanto este dibujo de transformación en esta vida se alcanza, es grande buena dicha, porque con eso se contenta grandemente el Amado; que por eso, deseando el que le pusiese la Esposa en su alma como dibujo, le dijo en los Cantares (8, 6): Ponme como señal sobre tu corazón, como señal sobre tu brazo. |
§ 12.8 | Pero cuanto este dibujo de transformación en esta vida se alcanza, es grande buena dicha, porque con eso se contenta grandemente el Amado; que por eso, deseando el que le pusiese la Esposa en su alma como dibujo, le dijo en los Cantares (8, 6): Ponme como señal sobre tu corazón, como señal sobre tu brazo. |
§ 13.2 | Y así, no pudiendo sufrir el exceso en sujeto tan flaco, dice en la presente canción: Apártalos, Amado, es a saber, esos tus ojos divinos, porque me hacen volar, saliendo de mí a suma contemplación sobre lo que sufre el natural. |
§ 13.12 | Y para seguir esta caridad, hase de ejercitar lo que de ella dice el Apóstol (1 Cor. 13, 4-7), diciendo: La caridad es paciente, es benigna, no es envidiosa, no hace mal, no se ensoberbece, no es ambiciosa, no busca sus mismas cosas, no se alborota, no piensa mal, no se huelga sobre la maldad, gózase en la verdad, todas las cosas sufre que son de sufrir, cree todas las cosas, es a saber, las que se deben creer, todas las cosas espera y todas las cosas sustenta, es a saber, que convienen a la caridad. |
§ 14.1 | Pues como esta palomica del alma andaba volando por los aires de amor sobre las aguas del diluvio de las fatigas y ansias suyas de amor que ha mostrado hasta aquí, no hallando donde descansase su pie, a este último vuelo que habemos dicho, extendió el piadoso padre Noé la mano de su misericordia y recogióla, metiéndola en el arca de su caridad y amor. |
§ 14.4 | Ve el alma y gusta en esta divina unión abundancia, y, riquezas inestimables, y halla todo el descanso y recreación que ella desea, y entiende secretos e inteligencias de Dios extrañas, que es otro manjar de los que mejor le saben; y siente en Dios un terrible poder y fuerza que todo otro poder y fuerza priva, y gusta allí admirable suavidad y deleite de espíritu, halla verdadero sosiego y luz divina, y gusta altamente de la sabiduría de Dios, que en la armonía de las criaturas y hechos de Dios reluce; y siéntese llena de bienes y ajena y vacía de males, y, sobre todo, entiende y goza de inestimable refección de amor, que la confirma en amor. |
§ 14.9 | Cuanto a la primera propiedad que el alma siente, es de saber que de tal manera se ve el alma embestir del torrente del espíritu de Dios en este caso y con tanta fuerza apoderarse de ella, que le parece que vienen sobre ella todos los ríos del mundo que la embisten, y siente ser allí anegadas todas sus acciones y pasiones en que antes estaba. |
§ 14.9 | Y no porque es cosa de tanta fuerza, es cosa de tormento, porque estos ríos son ríos de paz, según por Isaías (66, 12) da Dios a entender, diciendo de este embestir en el alma: Ecce ego declinabo super eam quasi fluvium pacis, et quasi torrentem inundantem gloriam; quiere decir: Notad y advertid que yo declinaré y embestiré sobre ella, es a saber, sobre el alma, como un río de paz, y así como un torrente que va redundando gloria. |
§ 14.9 | Y no porque es cosa de tanta fuerza, es cosa de tormento, porque estos ríos son ríos de paz, según por Isaías (66, 12) da Dios a entender, diciendo de este embestir en el alma: Ecce ego declinabo super eam quasi fluvium pacis, et quasi torrentem inundantem gloriam; quiere decir: Notad y advertid que yo declinaré y embestiré sobre ella, es a saber, sobre el alma, como un río de paz, y así como un torrente que va redundando gloria. |
§ 14.9 | La tercera propiedad que el alma siente en estos sonoros ríos de su Amado es un ruido y voz espiritual que es sobre todo sonido y voz, la cual voz priva toda otra voz, y su sonido excede todos los sonidos del mundo. |
§ 14.10 | Esta espiritual voz y sonido se hizo en el espíritu de los Apóstoles al tiempo que el Espíritu Santo, con vehemente torrente, como se dice en los Actos de los Apóstoles (Act. 2, 2), descendió sobre ellos; que, para dar a entender la espiritual voz que interiormente les hacía, se oyó aquel sonido de fuera como de aire vehemente, de manera que fuese oído de todos los que estaban dentro de Jerusalén; por el cual, como decimos, se denotaba el que dentro recibían los Apóstoles, que era, como habemos dicho, henchimiento de poder y fortaleza. |
§ 14.24 | En este sosiego se ve el entendimiento levantado con extraña novedad sobre todo natural entender a la divina luz, bien así como el que, después de un largo sueño, abre los ojos a la luz que no esperaba. |
§ 14.24 | Como si dijera: abrí los ojos de mi entendimiento y halléme sobre todas las inteligencias naturales, solitario sin ellas en el tejado, que es sobre todas las cosas de abajo. |
§ 14.24 | Como si dijera: abrí los ojos de mi entendimiento y halléme sobre todas las inteligencias naturales, solitario sin ellas en el tejado, que es sobre todas las cosas de abajo. |
§ 16.1 | Y como está ya el alma saboreada con estas dulces visitas, sonle más deseables sobre el oro (Sal. 18, 11) y toda hermosura. |
§ 17.2 | Y Jeremías (2, 14), sintiendo este mísero trato que el alma padece de parte del cautiverio del cuerpo, hablando con Israel, según el sentido espiritual, dice: ¿Por ventura Israel es siervo o esclavo, porque así esté preso? Sobre él rugieron los leones, etc., entendiendo aquí por los leones los apetitos y rebeliones que decimos de este tirano rey de la sensualidad. |
§ 19.2 | Por lo cual, para venir a él, ha menester ella estar en el punto de pureza, fortaleza y amor competente; que por eso, deseando el Espíritu Santo, que es el que interviene y hace esta junta espiritual, que el alma llegase a tener estas partes para merecerlo, hablando con el Padre y con el Hijo en los Cantares (8, 89) dijo: ¿Qué haremos a nuestra hermana en el día en que ha de salir a vistas y a hablar, porque es pequeñuela y no tiene crecidos los pechos? Si ella es muro, edifiquemos sobre él fuerzas y defensas plateadas; y si es puerta, guarnezcámosla con tablas cedrinas; entendiendo aquí por las fuerzas y defensas plateadas, las virtudes fuertes y heroicas, envueltas en fe, que por la plata es significada, las cuales virtudes heroicas son ya las del matrimonio espiritual, que asientan sobre el alma fuerte, que aquí es significada por el muro, en cuya fortaleza ha de reposar el pacífico Esposo sin que perturbe alguna flaqueza; y entendiendo por las tablas cedrinas las afecciones y accidentes de alto amor, el cual alto amor es significado por el cedro, y éste es el amor del matrimonio espiritual. |
§ 19.2 | Por lo cual, para venir a él, ha menester ella estar en el punto de pureza, fortaleza y amor competente; que por eso, deseando el Espíritu Santo, que es el que interviene y hace esta junta espiritual, que el alma llegase a tener estas partes para merecerlo, hablando con el Padre y con el Hijo en los Cantares (8, 89) dijo: ¿Qué haremos a nuestra hermana en el día en que ha de salir a vistas y a hablar, porque es pequeñuela y no tiene crecidos los pechos? Si ella es muro, edifiquemos sobre él fuerzas y defensas plateadas; y si es puerta, guarnezcámosla con tablas cedrinas; entendiendo aquí por las fuerzas y defensas plateadas, las virtudes fuertes y heroicas, envueltas en fe, que por la plata es significada, las cuales virtudes heroicas son ya las del matrimonio espiritual, que asientan sobre el alma fuerte, que aquí es significada por el muro, en cuya fortaleza ha de reposar el pacífico Esposo sin que perturbe alguna flaqueza; y entendiendo por las tablas cedrinas las afecciones y accidentes de alto amor, el cual alto amor es significado por el cedro, y éste es el amor del matrimonio espiritual. |
§ 19.12 | De donde todas las veces que a esta alma se le ofrecen cosas de gozo y alegría, ahora de cosas exteriores, ahora espirituales e interiores, luego se convierte a gozar las riquezas que ella tiene ya en sí, y se queda con mucho mayor gozo y deleite en ellas y en las que de nuevo le vienen; porque tiene en alguna manera la propiedad de Dios en esto, el cual, aunque en todas las cosas se deleita, no se deleita tanto en ellas como en sí mismo, porque tiene él en sí eminente bien sobre todas ellas. |
§ 20.1 | Tanto era el deseo que el Esposo tenía de acabar de libertar y rescatar esta su Esposa de las manos de la sensualidad y del demonio, que, ya que lo ha hecho, como lo ha hecho aquí, de la manera que el buen Pastor se goza con la oveja sobre sus hombros, que había perdido y buscado por muchos rodeos (Lc. 15, 5), y como la mujer se alegra con la dracma en las manos, que para hallarla había encendido la candela y trastornado toda la casa, llamando a sus amigos y vecinos, se regracia con ellos, diciendo: Alegraos conmigo, etc. (Lc. 15, 9), así este amoroso Pastor y Esposo del alma es admirable cosa de ver el placer que tiene y gozo de ver al alma ya así ganada y perfeccionada, puesta en sus hombros y asida con sus manos en esta deseada junta y unión. |
§ 20.1 | Entrado se ha la Esposa en el ameno huerto deseado, y a su sabor reposa, el cuello reclinado sobre los dulces brazos del Amado. |
§ 20.2 | Y la segunda es contar las propiedades del dicho estado, de las cuales el alma goza ya en él, como son: reposar a su sabor y tener el cuello reclinado sobre los dulces brazos del Amado, según que ahora iremos declarando. |
§ 20.5 | A este huerto de llena transformación (el cual es ya gozo y deleite y gloria de matrimonio espiritual) no se viene sin pasar primero por el desposorio espiritual y por el amor leal y común de desposados; porque, después de haber sido el alma algún tiempo Esposa en entero y suave amor con el Hijo de Dios, después la llama Dios y la mete en este huerto florido suyo a consumar este estado felicísimo del matrimonio consigo, en que se hace tal junta de las dos naturalezas y tal comunicación de la divina a la humana, que, no mudando alguna de ellas su ser, cada una parece Dios, aunque en esta vida no puede ser perfectamente; aunque es sobre todo lo que se puede decir y pensar. |
§ 20.7 | sobre los dulces brazos del Amado. |
§ 21.6 | Porque este de que vamos tratando es el que da a entender por Ezequiel (16, 514) Dios, hablando con el alma, en esta manera: Estaba arrojada sobre la tierra en desprecio de tu ánima el día que naciste. |
§ 21.6 | Y pasé por ti y miréte, y vi que tu tiempo era tiempo de amantes, y tendí sobre ti mi manto y cubrí tu ignominia. |
§ 21.6 | Y sobre tu boca puse un zarcillo, y en tus orejas cerquillos, y corona de hermosura sobre tu cabeza. |
§ 21.6 | Y sobre tu boca puse un zarcillo, y en tus orejas cerquillos, y corona de hermosura sobre tu cabeza. |
§ 22.9 | Esto mismo dijo en los Cantares (3, 78) la Esposa por otras palabras, diciendo: Mirad el lecho de Salomón, que le cercan sesenta fuertes de los fortísimos de Israel, cada uno la espada sobre su muslo para defensa de los temores nocturnos. |
§ 23.11 | De donde, por cuanto estos amantes viejos carecen ya de la suavidad espiritual que tiene su raíz en el sentido, no traen ya ansias ni penas de amor en el sentido y espíritu; de donde estos amigos viejos por maravilla faltan a Dios, porque están ya sobre lo que les había de hacer faltar, esto es, sobre la sensualidad, y tienen el vino de amor no sólo ya cocido y purgado de hez, mas aun adobado, como se dice en el verso, con las especias que decíamos de virtudes perfectas, que no le dejan malear como al nuevo. |
§ 23.11 | De donde, por cuanto estos amantes viejos carecen ya de la suavidad espiritual que tiene su raíz en el sentido, no traen ya ansias ni penas de amor en el sentido y espíritu; de donde estos amigos viejos por maravilla faltan a Dios, porque están ya sobre lo que les había de hacer faltar, esto es, sobre la sensualidad, y tienen el vino de amor no sólo ya cocido y purgado de hez, mas aun adobado, como se dice en el verso, con las especias que decíamos de virtudes perfectas, que no le dejan malear como al nuevo. |
§ 24.13 | Y, confortado por la morada que Dios hace en él, dijo: Insipientísimo soy sobre todos los varones, y sabiduría de hombres no está conmigo. |
§ 25.1 | En lo cual conoce el alma la verdad del dicho de Isaías (66, 12), que dice: A los pechos de Dios seréis llevados y sobre sus rodillas seréis regalados. |
§ 27.9 | Y si queremos entender el dicho verso más espiritualmente y más al propósito que aquí se trata, es de saber, que cuando un alma en el camino espiritual ha llegado a tanto que se ha perdido a todos los caminos y vías naturales de proceder en el trato con Dios, que ya no le busca por consideraciones ni formas ni sentimientos ni otros modos algunos de criaturas ni sentido, sino que pasó sobre todo eso y sobre todo modo suyo y manera, tratando y gozando a Dios en fe y amor, entonces se dice haberse de veras ganado a Dios, porque de veras se ha perdido a todo lo que no es Dios ya lo que es en sí. |
§ 27.9 | Y si queremos entender el dicho verso más espiritualmente y más al propósito que aquí se trata, es de saber, que cuando un alma en el camino espiritual ha llegado a tanto que se ha perdido a todos los caminos y vías naturales de proceder en el trato con Dios, que ya no le busca por consideraciones ni formas ni sentimientos ni otros modos algunos de criaturas ni sentido, sino que pasó sobre todo eso y sobre todo modo suyo y manera, tratando y gozando a Dios en fe y amor, entonces se dice haberse de veras ganado a Dios, porque de veras se ha perdido a todo lo que no es Dios ya lo que es en sí. |
§ 29.2 | Tal es la junta como ésta: es admirable sobre todo lo que se puede decir. |
§ 32.4 | Porque así como la paloma iba y venía al arca porque no hallaba dónde descansase su pie entre las aguas del diluvio, hasta que después se volvió a ella con un ramo de oliva en el pico, en señal de la misericordia de Dios en la cesación de las aguas que tenían anegada la tierra (Gn. 8, 811), así esta tal alma que salió del arca de la omnipotencia de Dios, cuando la crió, habiendo andado por las aguas del diluvio de los pecados e imperfecciones, no hallando dónde descansase su apetito, andaba yendo y viniendo por los aires de las ansias de amar al arca del pecho de su Criador, sin que de hecho la acabase de recoger en él, hasta que ya, habiendo Dios hecho cesar las dichas aguas todas de imperfecciones sobre la tierra de su alma, ha vuelto con el ramo de oliva, que es la victoria que por la clemencia y misericordia de Dios tiene de todas las cosas, a este dichoso y acabado recogimiento del pecho de su Amado, no solamente con victoria de todos sus contrarios, sino con premio de sus merecimientos, porque lo uno y lo otro es denotado por el ramo de oliva. |
§ 33.6 | Y también es cosa conveniente, que, pues el alma ya lo ha dejado todo y pasado por todos los medios, subiéndose sobre todo a Dios, que el mismo Dios sea la guía y el medio para sí mismo. |
§ 33.6 | Y, habiéndose el alma ya subido en soledad de todo sobre todo, ya todo no le aprovecha ni sirve para más subir otra cosa que el mismo Verbo Esposo; el cual, por estar tan enamorado de ella, él a solas es el que la quiere hacer las dichas mercedes. |
§ 34.2 | Si apartares el trabajo tuyo de la holganza, y de hacer tu voluntad en mi santo día, y te llamares holganza delicada y santa gloriosa del Señor, y le glorificares no haciendo tus vías y no cumpliendo tu voluntad, entonces te deleitarás sobre el Señor, y ensalzarte he sobre las alturas de la tierra, y apacentarte he en la heredad de Jacob. |
§ 34.2 | Si apartares el trabajo tuyo de la holganza, y de hacer tu voluntad en mi santo día, y te llamares holganza delicada y santa gloriosa del Señor, y le glorificares no haciendo tus vías y no cumpliendo tu voluntad, entonces te deleitarás sobre el Señor, y ensalzarte he sobre las alturas de la tierra, y apacentarte he en la heredad de Jacob. |
§ 34.11 | De donde hablando David (Sal. 18, 1012) del sabor de ellos dijo así: Los juicios de Dios son verdaderos y en sí mismos tienen justicia; son más deseables y codiciados que el oro y que la preciosa piedra de grande estima; y son dulces sobre la miel y el panal, tanto, que tu siervo los amó y guardó. |
§ 35.3 | Las subidas cavernas de esta piedra son los subidos y altos y profundos misterios de sabiduría de Dios que hay en Cristo sobre la unión hipostática de la naturaleza humana con el Verbo divino, y en la respondencia que hay a ésta de la unión de los hombres a Dios y en las conveniencias de justicia y misericordia de Dios sobre la salud del género humano en manifestación de sus juicios, los cuales, por ser tan altos y profundos, bien propiamente los llama subidas cavernas, por la alteza de los misterios subidos y cavernas por la hondura y profundidad de la sabiduría de Dios en ellos; porque así como las cavernas son profundas y de muchos senos así cada misterio de los que hay en Cristo es profundísimo en sabiduría y tiene muchos senos de juicios suyos ocultos de predestinación y presciencia en los hijos de los hombres. |
§ 35.3 | Las subidas cavernas de esta piedra son los subidos y altos y profundos misterios de sabiduría de Dios que hay en Cristo sobre la unión hipostática de la naturaleza humana con el Verbo divino, y en la respondencia que hay a ésta de la unión de los hombres a Dios y en las conveniencias de justicia y misericordia de Dios sobre la salud del género humano en manifestación de sus juicios, los cuales, por ser tan altos y profundos, bien propiamente los llama subidas cavernas, por la alteza de los misterios subidos y cavernas por la hondura y profundidad de la sabiduría de Dios en ellos; porque así como las cavernas son profundas y de muchos senos así cada misterio de los que hay en Cristo es profundísimo en sabiduría y tiene muchos senos de juicios suyos ocultos de predestinación y presciencia en los hijos de los hombres. |
§ 36.7 | El que venciere, dice, y guardare mis obras hasta el fin, darle he potestad sobre las gentes, y regirlas ha en vara de hierro, y como un vaso de barro se desmenuzarán, así como yo también recibí de mi Padre, y darle he la estrella matutinal. |
§ 36.8 | Mas, porque todo lo dicho queda corto, luego dice (3, 12) muchos términos para declarar aquello, los cuales encierran en sí inefable majestad y grandeza: Y, el que venciere, dice, hacerle he columna en el templo de mi Dios, y no saldrá fuera jamás, y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad nueva de Jerusalén de mi Dios, que desciende del cielo de mi Dios, y también mi nombre nuevo. |
§ 37.10 | En esta manera es el canto que pasa en el alma en la transformación que tiene en esta vida, el sabor de la cual es sobre todo encarecimiento. |
Juan de la Cruz (1542-1591) Cantico espiritual CA |
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§ 27. | Entrado se ha la esposa en el ameno huerto deseado, y a su sabor reposa, el cuello reclinado sobre los dulces brazos deI Amado. |
Juan de la Cruz (1542-1591) Cautelas |
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Juan de la Cruz (1542-1591) Dichos de luz y amor |
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§ 0 | Amas tú, Señor, la discreción, amas la luz, amas el amor sobre las demás operaciones del alma. |
§ 48. | 48. ¡Oh poderoso Señor!, si una centella del imperio de tu justicia tanto hace en el principe mortal, que gobierna y mueve las gentes, ¿qué hará tu omnipotente justicia sobre el justo y el pecador? |
Juan de la Cruz (1542-1591) Epistolario |
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§ 8 | Y de aquí es que ni lo primero ni lo postrero aprovecha, como el que come sobre lo indigesto, que, porque el calor natural se reparte en lo uno y en lo otro, no tiene fuerza para todo convertirlo en sustancia, y engéndrase enfermedad. |
§ 13 | La carta de Vuestra Reverencia recibí, en que me dice los grandes deseos que le da Nuestro Señor de ocupar su voluntad en solo él, amándole sobre todas las cosas, y pídeme que en orden a conseguir aquesto le dé algunos avisos. |
§ 13 | Pues, como la voluntad nunca haya gustado a Dios como es, ni conocídolo debajo de alguna aprehensión de apetito, y, por el consiguiente, no sabe cuál sea Dios, no lo puede saber su gusto cuál sea, ni puede su ser y apetito y gusto llegar a saber apetecer a Dios, pues es sobre toda su capacidad; y así, está claro que ninguna cosa distinta de cuantas puede gozar la voluntad es Dios. |
§ 13 | Sólo pueden servir los sentimientos de motivos para amar, si la voluntad quiere pasar adelante, y no más; y así, los sentimientos sabrosos de suyo no encaminan al alma a Dios, antes la hacen asentar en sí mismos; pero la operación de la voluntad, que es amar a Dios, sólo en él pone el alma su aficción, gozo, gusto, y contento y amor, dejadas atrás todas las cosas y amándole sobre todas ellas. |
§ 13 | Y de esta manera queda la voluntad amando a lo cierto y de veras al gusto de la fe, también en vacío y a oscuras de sus sentimientos sobre todos los que ella puede sentir con el entendimiento de su inteligencia, creyendo y amando sobre todo lo que puede entender. |
§ 13 | Y de esta manera queda la voluntad amando a lo cierto y de veras al gusto de la fe, también en vacío y a oscuras de sus sentimientos sobre todos los que ella puede sentir con el entendimiento de su inteligencia, creyendo y amando sobre todo lo que puede entender. |
§ 13 | Y más insipiente sería si anduviese a buscar esta suavidad en Dios y se gozase y detuviese en ella; porque de esa manera ya no andaría a buscar a Dios con la voluntad fundada en vacío de fe y caridad, sino el gusto y suavidad espiritual, que es criatura, siguiendo su gusto y apetito; y así, ya no amaría a Dios puramente sobre todas las cosas, lo cual es poner toda la fuerza de la voluntad en él, porque, asiéndose y arrimándose en aquella criatura con el apetito, no sube la voluntad sobre ella a Dios, que es inaccesible; porque es cosa imposible que la voluntad pueda llegar a la suavidad y deleite de la divina unión, ni abrazar ni sentir los dulces y amorosos abrazos de Dios, si no es que sea en desnudez y vacío de apetito en todo gusto particular, así de arriba como de abajo; porque esto quiso decir David cuando dijo: Dilata os tuum, et implebo illud (Sal. 80, 11). |
§ 13 | Y más insipiente sería si anduviese a buscar esta suavidad en Dios y se gozase y detuviese en ella; porque de esa manera ya no andaría a buscar a Dios con la voluntad fundada en vacío de fe y caridad, sino el gusto y suavidad espiritual, que es criatura, siguiendo su gusto y apetito; y así, ya no amaría a Dios puramente sobre todas las cosas, lo cual es poner toda la fuerza de la voluntad en él, porque, asiéndose y arrimándose en aquella criatura con el apetito, no sube la voluntad sobre ella a Dios, que es inaccesible; porque es cosa imposible que la voluntad pueda llegar a la suavidad y deleite de la divina unión, ni abrazar ni sentir los dulces y amorosos abrazos de Dios, si no es que sea en desnudez y vacío de apetito en todo gusto particular, así de arriba como de abajo; porque esto quiso decir David cuando dijo: Dilata os tuum, et implebo illud (Sal. 80, 11). |
Juan de la Cruz (1542-1591) Grados de Perfecciòn |
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Juan de la Cruz (1542-1591) La Subida del Monte Carmelo |
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§ 0 | Y porque tengo de ir fundando sobre ellas lo que dijere, las he querido poner aquí juntas, para que se entienda y vea junta toda la sustancia de lo que se ha de escribir; aunque, al tiempo de la declaración, convendrá poner cada canción de por sí y, ni más ni menos, los versos de cada una, según lo pidiere la materia y declaración. |
§ 0 | Quedéme y olvidéme, el rostro recliné sobre el Amado, cesó todo y dejéme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado. |
§ 1.1.6 | Y ahora nos habremos de ir por cada verso escribiendo sobre cada uno, y declarando lo que pertenece a nuestro propósito. |
§ 1.5.3 | Por lo cual, aún teniendo ellos los bocados en las bocas, según dice también David (Sal. 77, 31): Ira Dei decendit super eos: descendió la ira de Dios sobre ellos, echando fuego del cielo y abrasando muchos millares de ellos; teniendo por cosa indigna que tuviesen ellos apetito de otro manjar dándoseles el manjar del cielo. |
§ 1.5.8 | Y sólo aquel apetito consiente y quiere que haya donde él está, que es de guardar la ley de Dios perfectamente y llevar la Cruz de Cristo sobre sí. |
§ 1.6.6 | Porque, como se dice en el libro de Job (20, 22): Cum satiatus fuerit, arctabitur, aestuabit, et omnis dolor irruet super eum; que quiere decir: Cuando hubiere satisfecho su apetito, quedará más apretado y agravado; creció en su alma el calor del apetito y así caerá sobre él todo dolor. |
§ 1.7.1 | Y de la misma manera que se atormenta y aflige al que desnudo se acuesta sobre espinas y puntas, así se atormenta el alma y aflige cuando sobre sus apetitos se recuesta. |
§ 1.7.1 | Y de la misma manera que se atormenta y aflige al que desnudo se acuesta sobre espinas y puntas, así se atormenta el alma y aflige cuando sobre sus apetitos se recuesta. |
§ 1.9.1 | Y así como el oro o diamante, si se pusiese caliente sobre la pez, quedaría de ella feo y untado, por cuanto el calor la regaló y atrajo, así el alma que está caliente de apetito sobre alguna criatura, en el calor de su apetito saca inmundicia y mancha de él en sí. |
§ 1.9.1 | Y así como el oro o diamante, si se pusiese caliente sobre la pez, quedaría de ella feo y untado, por cuanto el calor la regaló y atrajo, así el alma que está caliente de apetito sobre alguna criatura, en el calor de su apetito saca inmundicia y mancha de él en sí. |
§ 1.9.2 | La haz de ellos se ha ennegrecido sobre los carbones, y no son conocidos en las plazas. |
§ 1.9.2 | Por los cabellos entendemos aquí los afectos y pensamientos del alma, los cuales, ordenados en lo que Dios los ordena, (que es en el mismo Dios) son más blancos que la nieve, y más claros que la leche, y más rubicundos que el marfil, y hermosos sobre el zafiro. |
§ 1.9.2 | Por las cuales cuatro cosas se entiende toda manera de hermosura y excelencia de criatura corporal, sobre las cuales, dice, es el alma y sus operaciones, que son los nazareos o cabellos dichos, los cuales, desordenados y puestos en lo que Dios no los ordenó, que es empleados en las criaturas, dice Jeremías que su haz queda y se pone más negra que los carbones. |
§ 1.12.1 | Sólo lo que se ofrece, antes que tratemos del modo de entrar en ella, para concluir con esta parte, es una duda que podría ocurrir al lector sobre lo dicho. |
§ 2.3.1 | Y la razón de ser hábito oscuro es porque hace creer verdades reveladas por el mismo Dios, las cuales son sobre toda luz natural y exceden todo humano entendimiento sin alguna proporción. |
§ 2.4.2 | Porque, para venir un alma a llegar a la transformación sobrenatural, claro está que ha de oscurecerse y trasponerse a todo lo que contiene su natural, que es sensitivo y racional; porque sobrenatural eso quiere decir, que sube sobre el natural; luego el natural abajo queda. |
§ 2.4.2 | Porque todo aquello es tiniebla, que la hará errar; y la fe es sobre todo aquel entender y gustar y sentir e imaginar. |
§ 2.4.4 | Porque, como decimos, a lo que va, es sobre todo eso, aunque sea lo más que se puede saber o gustar; y así, sobre todo se ha de pasar al no saber. |
§ 2.4.4 | Porque, como decimos, a lo que va, es sobre todo eso, aunque sea lo más que se puede saber o gustar; y así, sobre todo se ha de pasar al no saber. |
§ 2.4.5 | De donde el venir aquí es el salir de allí, y de aquí y de allí saliendo de sí muy lejos, de eso bajo para esto sobre todo alto. |
§ 2.5.5 | Ef. 4, 22), se levantan sobre sí a lo sobrenatural, recibiendo de Dios la tal renacencia y filiación, que es sobre todo lo que se puede pensar. |
§ 2.5.5 | Ef. 4, 22), se levantan sobre sí a lo sobrenatural, recibiendo de Dios la tal renacencia y filiación, que es sobre todo lo que se puede pensar. |
§ 2.6.4 | La caridad, ni más ni menos, hace vacío en la voluntad de todas las cosas, pues nos obliga a amar a Dios sobre todas ellas, lo cual no puede ser sino apartando el afecto de todas ellas, para ponerle entero en Dios. |
§ 2.6.5 | En el capítulo sexto de Isaías (v. 2) leemos que los dos serafines que este profeta vio a los lados de Dios, cada uno con seis alas, que con las dos cubrían sus pies, que significaba cegar y apagar los afectos de la voluntad acerca de todas las cosas para con Dios; y con las dos cubrían su rostro, que significaba la tiniebla del entendimiento delante de Dios; y que con las otras dos volaban, para dar a entender el vuelo de la esperanza a las cosas que no se poseen, levantada sobre todo lo que se puede poseer de acá y de allá, fuera de Dios. |
§ 2.7.2 | Y también es de notar que primero dice que es angosta la puerta, para dar a entender que para entrar el alma por esta puerta de Cristo, que es el principio del camino, primero se ha de angostar y desnudar la voluntad en todas las cosas sensuales y temporales, amando a Dios sobre todas ellas; lo cual pertenece a la noche del sentido, que habemos dicho. |
§ 2.9.1 | Y subió sobre los querubines y voló sobre las plumas del viento. |
§ 2.9.1 | Y subió sobre los querubines y voló sobre las plumas del viento. |
§ 2.9.2 | Y en decir que subió sobre los querubines y voló sobre las plumas de los vientos, (se da a entender cómo vuela sobre todo entendimiento. |
§ 2.9.2 | Y en decir que subió sobre los querubines y voló sobre las plumas de los vientos, (se da a entender cómo vuela sobre todo entendimiento. |
§ 2.9.2 | Y en decir que subió sobre los querubines y voló sobre las plumas de los vientos, (se da a entender cómo vuela sobre todo entendimiento. |
§ 2.9.2 | Porque querubines quiere decir inteligentes o contemplantes, y las plumas de los vientos) significan las sutiles y levantadas noticias y conceptos de los espíritus, sobre todas las cuales es su ser, al cual ninguno puede de suyo alcanzar. |
§ 2.10.2 | La sobrenatural es todo aquello que se da al entendimiento sobre su capacidad y habilidad natural. |
§ 2.11.7 | El primero, que se le va disminuyendo la fe, porque mucho derogan a la fe las cosas que se experimentan con los sentidos; porque la fe, como habemos dicho, es sobre todo sentido. |
§ 2.11.8 | Y así como cuando las admite las va Dios quitando, porque en ellas tienen propiedad, no aprovechándose ordenadamente de ellas, y va el demonio ingiriendo y aumentando las suyas, porque halla lugar y causa para ellas; así, cuando el alma está resignada y contraria a ellas, el demonio va cesando de que ve que no hace daño, y Dios, por el contrario, va aumentando y aventajando las mercedes en aquel alma humilde y desapropiada, haciéndola sobre lo mucho, como al siervo que fue fiel en lo poco (Mt. 25, 21). |
§ 2.13.4 | La tercera y más cierta es si el alma gusta de estarse a solas con atención amorosa a Dios, sin particular consideración, en paz interior y quietud y descanso y sin actos y ejercicios de las potencias, memoria, entendimiento y voluntad -a lo menos discursivos, que es ir de uno en otro- sino sólo con la atención y noticia general amorosa que decimos, sin particular inteligencia y sin entender sobre qué. |
§ 2.14.4 | Y, a la verdad, se pierden, (aunque no como ellos piensan, porque se pierden) a los propios sentidos y a la primera manera de sentir, lo cual es irse ganando al espíritu que se les va dando; en el cual cuanto van ellos menos entendiendo, van entrando más en la noche del espíritu, de que en este libro tratamos, por donde han de pasar para unirse con Dios sobre todo saber. |
§ 2.16.3 | Y las visiones que tuvo la mujer de Pilatos (Mt. 27, 19) sobre que no condenase a Cristo, y otros muchos lugares. |
§ 2.19.6 | Porque todos dicen -es a saber, sobre las profecías-: promete y vuelve y vuelve luego a prometer, espera y vuelve a esperar, espera y vuelve a esperar; un poco allí; porque en la palabra de su labio y en otra lengua hablará a este pueblo. |
§ 2.19.7 | Y eslo tanto, que aun el mismo Jeremías, con ser profeta de Dios, viendo los conceptos de las palabras de Dios tan diferentes del común sentido de los hombres, parece que también alucina él en ellos y que vuelve por el pueblo diciendo (4, 10): Heu, heu, heu, Domine Deus, ergone decepisti populum istum et Ierusalem, dicens: Pax erit vobis, et ecce pervenit gladius usque ad animam?; que quiere decir: ¡Ay, ay, ay, Señor Dios!, ¿por ventura has engañado a este pueblo y a Jerusalén, diciendo: Paz vendrá sobre vosotros, y ves aquí ha venido cuchillo hasta el ánima? Y era que la paz que les prometía Dios era la que había de haber entre Dios y el hombre por medio del Mesías que les había de enviar, y ellos entendían de la paz temporal. |
§ 2.20.1 | Porque muchas veces dice Dios cosas que van fundadas sobre criaturas y efectos de ellas, que son variables y pueden faltar, y así, las palabras que sobre esto se fundan también pueden ser variables y pueden faltar. |
§ 2.20.1 | Porque muchas veces dice Dios cosas que van fundadas sobre criaturas y efectos de ellas, que son variables y pueden faltar, y así, las palabras que sobre esto se fundan también pueden ser variables y pueden faltar. |
§ 2.20.1 | Como si Dios dijese: "De aquí a un año tengo de enviar tal plaga a este reino"; y la causa y fundamento de esta amenaza es cierta ofensa que se hace a Dios en el reino: si cesase o variase la ofensa, podrá cesar el castigo y era verdadera la amenaza, porque iba fundada sobre la actual culpa, la cual, si durara, se ejecutara. |
§ 2.20.2 | También leemos en el libro 3º de los Reyes (21, 21) que, habiendo hecho al rey Acab un pecado muy grande, le envió Dios a prometer un grande castigo, siendo nuestro padre Elías el mensajero, sobre su persona, sobre su casa y sobre su reino. |
§ 2.20.2 | También leemos en el libro 3º de los Reyes (21, 21) que, habiendo hecho al rey Acab un pecado muy grande, le envió Dios a prometer un grande castigo, siendo nuestro padre Elías el mensajero, sobre su persona, sobre su casa y sobre su reino. |
§ 2.20.2 | También leemos en el libro 3º de los Reyes (21, 21) que, habiendo hecho al rey Acab un pecado muy grande, le envió Dios a prometer un grande castigo, siendo nuestro padre Elías el mensajero, sobre su persona, sobre su casa y sobre su reino. |
§ 2.20.3 | De donde podemos colegir para nuestro propósito que, aunque Dios haya revelado o dicho a un alma afirmativamente cualquiera cosa, en bien o en mal, tocante a la misma alma o a otras, se podrá mudar en más o en menos, o variar o quitar del todo, según la mudanza o variación del afecto de la tal alma o causa sobre que Dios se fundaba; y así, no cumplirse como se esperaba, y sin saber por qué muchas veces, sino sólo Dios. |
§ 2.20.3 | Porque aun muchas cosas suele Dios decir y enseñar y prometer, no para que entonces se entiendan ni se posean, sino para que después se entiendan cuando convenga tener la luz de ellas o cuando se consiga el efecto de ellas; como vemos que hizo con sus discípulos, a los cuales decía muchas parábolas y sentencias, cuya sabiduría no entendieron hasta el tiempo que habían de predicarla, que fue cuando vino sobre ellos el Espíritu Santo, del cual les había dicho Cristo (Jn. 14, 26) que les declararía todas las cosas que él les había dicho en su vida. |
§ 2.20.3 | Y hablando san Juan (12, 16) sobre aquella entrada de Cristo en Jerusalén, dice: Haec non cognoverunt discipuli eius primum: sed quando glorificatus est Jesus, tunc recordati sunt quia haec erant scripta de eo. |
§ 2.20.5 | El está sobre el cielo y habla en camino de eternidad; nosotros, ciegos, sobre la tierra, y no entendemos sino vías de carne y tiempo. |
§ 2.20.5 | El está sobre el cielo y habla en camino de eternidad; nosotros, ciegos, sobre la tierra, y no entendemos sino vías de carne y tiempo. |
§ 2.20.5 | Que por eso entiendo que dijo el Sabio (Ecli. 5, 1): Dios está sobre el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, no te alargues ni arrojes en hablar. |
§ 2.20.5 | Que por eso entiendo que dijo el Sabio (Ecli. 5, 1): Dios está sobre el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, no te alargues ni arrojes en hablar. |
§ 2.20.6 | En lo cual, aunque el santo profeta decía con resignación y en figura del hombre flaco que no puede sufrir las vías y vueltas de Dios, da bien a entender en esto la diferencia del cumplimiento de los dichos divinos, del común sentido que suenan, pues a los divinos profetas tenían por burladores, y ellos sobre la profecía padecían tanto, que el mismo Jeremías en otra parte (Lm. 3, 47) dijo: Formido et laqueus facta est nobis vaticinatio et contritio; que quiere decir: Temor y lazo se nos ha hecho la profecía, y contradicción de espíritu. |
§ 2.21.3 | Y así, dijo a Samuel (1 Sm. 8, 7): Audi vocem populi in omnibus quae loquuntur tibi: non enim te abiecerunt, sed me; que quiere decir: Oye la voz de este tu pueblo y concédeles el rey que te piden, porque no te han desechado a ti, sino a mí, porque no reine yo sobre ellos. |
§ 2.21.4 | Y entonces recibirlo, no porque es revelación, sino porque es razón, dejando aparte todo sentido de revelación; y aun entonces conviene mirar y examinar aquella razón mucho más que si no hubiese revelación sobre ella, por cuanto el demonio dice muchas cosas verdaderas y por venir, y conformes a razón, para engañar. |
§ 2.21.6 | También sabemos que, no porque respondió Dios a los hijos de Israel dándoles las carnes que pedían, se dejase de enojar mucho contra ellos, porque luego les envió fuego del cielo en castigo, según se lee en el Pentateuco (Núm. 11, 3233) y lo cuenta David (Sal. 77, 3031) diciendo: Adhuc escae eorum erant in ore ipsorum, et ira Dei descendit super eos; que quiere decir: Aún teniendo ellos los bocados en sus bocas, descendió la ira de Dios sobre ellos. |
§ 2.21.13 | Porque así lo profetizó Ezequiel (14, 79) en nombre de Dios; el cual, hablando contra el que se pone a querer saber por vía de Dios curiosamente, según la variedad de su espíritu, dice: Cuando el tal hombre viniere al profeta para preguntarme a mí por él, yo, el Señor, le responderé por mí mismo, y pondré mi rostro enojado sobre aquel hombre; y el profeta cuando hubiere errado en lo que fue preguntado, ego, Dominus, decepi prophetam illum, esto es: Yo, el Señor, engañé aquel profeta. |
§ 2.22.5 | Porque desde aquel día que bajé con mi Espíritu sobre él en el monte Tabor, diciendo (Mt. 17, 5): Hic est Filius meus dilectus, in quo mihi bene complacui, ipsum audite, es a saber: Este es mi amado Hijo, en que me he complacido, a él oíd; ya alcé yo la mano de todas esas maneras de enseñanzas y respuestas y se la di a él. |
§ 2.22.11 | Y así lo quiere Dios, porque en aquellos que se juntan a tratar la verdad, se junta él allí para declararla y confirmarla en ellos, fundada sobre razón natural, como dijo que lo había de hacer con Moisés y Aarón juntos, siendo en la boca del uno y en la boca del otro. |
§ 2.22.17 | La segunda causa es porque ordinariamente ha menester el alma doctrina sobre las cosas que le acaecen, para encaminarla por aquella vía a la desnudez y pobreza espiritual que es la noche oscura. |
§ 2.24.7 | De donde, sobre aquel lugar de san Mateo (4, 8) donde dice que el demonio a Cristo ostendit omnia regna mundi et gloriam eorum, es a saber: Le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, dicen algunos doctores que lo hizo por sugestión espiritual, porque con los ojos corporales no era posible hacerle ver tanto, que viese todos los reinos del mundo y su gloria. |
§ 2.24.9 | De donde (para llegar a) aquel amor, alegría y gozo que le hacen y causan las tales visiones al alma, conviénele que tenga fortaleza y mortificación y amor para querer quedarse en vacío y a oscuras de todo ello, y fundar aquel amor y gozo en lo que no ve ni siente ni puede ver ni sentir en esta vida, que es Dios, el cual es incomprehensible y sobre todo. |
§ 2.26.4 | Desiderabilia super aurum et lapidem pretiosum multum, et dulciora super mel et favum; que quiere decir: Los juicios de Dios, esto es, las virtudes y atributos que sentimos en Dios, son verdaderos, en sí mismos justificados, más deseables que el oro y que la piedra preciosa muy mucho, y más dulces sobre el panal y la miel. |
§ 2.26.8 | Y a estas altas noticias no puede el alma llegar por alguna comparación ni imaginación suya, porque son sobre todo eso; y así, sin la habilidad del alma las obra Dios en ella. |
§ 2.27.6 | Que eso es lo que quiso decir Salomón (Ecli. 7, 1) cuando dijo: ¿Qué necesidad tiene el hombre de querer y buscar las cosas que son sobre su capacidad natural? Como si dijéramos: Ninguna necesidad tiene para ser perfecto de querer cosas sobrenaturales por vía sobrenatural, que es sobre su capacidad. |
§ 2.27.6 | Que eso es lo que quiso decir Salomón (Ecli. 7, 1) cuando dijo: ¿Qué necesidad tiene el hombre de querer y buscar las cosas que son sobre su capacidad natural? Como si dijéramos: Ninguna necesidad tiene para ser perfecto de querer cosas sobrenaturales por vía sobrenatural, que es sobre su capacidad. |
§ 2.29.2 | Y de esta manera, alumbrado y enseñado de este Maestro el entendimiento, entendiendo aquellas verdades, juntamente va formando aquellos dichos él de suyo, sobre las verdades que de otra parte se le comunican. |
§ 2.29.2 | Y no podrá acabar de creer el que lo tiene que es así, sino que los dichos y palabras son de tercera persona; (porque no sabe con la facilidad que puede el entendimiento formar palabras para sí de tercera persona) sobre conceptos y verdades que se le comunican también de tercera persona. |
§ 2.29.3 | Y, aunque es verdad que en aquella comunicación e ilustración del entendimiento en ella de suyo no hay engaño, pero puédelo haber y haylo muchas veces en las formales palabras y razones que sobre ello forma el entendimiento; que, por cuanto aquella luz a veces que se le da es muy sutil y espiritual, de manera que el entendimiento (no) alcanza a informarse bien en ella, y él es el que, como decimos, forma las razones de suyo, de aquí es que muchas veces las forma falsas, otras verisímiles o defectuosas. |
§ 2.29.11 | Cuando procede de la viveza y lumbre solamente del entendimiento, el entendimiento es el que lo hace allí todo, sin aquella operación de virtudes, aunque la voluntad puede naturalmente amar en el conocimiento y luz de aquellas verdades, y, después de pasada la meditación, queda la voluntad seca, aunque no inclinada a vanidad ni a mal si el demonio de nuevo sobre aquello no la tentase. |
§ 2.29.11 | Y esto hace el demonio por mejor encubrir(se), el cual sabe muy bien algunas veces hacer derramar lágrimas sobre los sentimientos que él pone, para ir poniendo en el alma las aficiones que él quiere. |
§ 3.2.3 | Por lo cual así lo haremos ahora en la memoria, sacándola de sus límites y quicios naturales y subiéndola sobre sí, esto es, sobre toda noticia distinta y posesión aprehensible, en suma esperanza de Dios incomprehensible. |
§ 3.2.3 | Por lo cual así lo haremos ahora en la memoria, sacándola de sus límites y quicios naturales y subiéndola sobre sí, esto es, sobre toda noticia distinta y posesión aprehensible, en suma esperanza de Dios incomprehensible. |
§ 3.2.13 | Dirás, por ventura, que el alma no podrá vaciar y privar tanto la memoria de todas las formas y fantasías, que pueda llegar a un estado tan alto, porque hay dos dificultades que son sobre las fuerzas y habilidad humana, que son: despedir lo natural con habilidad natural, que no puede ser, y tocar y unirse a lo sobrenatural, que es mucho más dificultosa; y, por hablar la verdad, con natural habilidad sólo, es imposible. |
§ 3.3.6 | Estése, pues, cerrado sin cuidado y pena, que el que entró a sus discípulos corporalmente, las puertas cerradas, y les dio paz sin ellos saber ni pensar que aquello podía ser, ni el cómo podía ser (Jn. 20, 1920), entrará espiritualmente en el alma sin que ella sepa ni obre el cómo, teniendo ella las puertas de las potencias, memoria, entendimiento y voluntad, cerradas a todas las aprehensiones, y se las llenará de paz, declinando sobre ella, como el profeta dice (Is. 48, 18), como un río de paz, en que la quitará todos los recelos y sospechas, turbación y tiniebla que le hacían temer que estaba o que iba perdida. |
§ 3.7.2 | Y digo que el alma, para conseguir este bien, nunca sobre las cosas claras y distintas que por ella hayan pasado por vía sobrenatural ha de hacer reflexión para conservar en sí las formas y figuras y noticias de aquellas cosas. |
§ 3.8 | De los daños que las noticias de cosas sobrenaturales puede hacer al alma si hace reflexión sobre ellas. |
§ 3.8.1 | A cinco géneros de daños se aventura el espiritual si hace presa y reflexión sobre estas noticias y formas que se le imprimen de las cosas que pasan por él por vía sobrenatural. |
§ 3.8.3 | Cuanto al primer género, está claro que, si el espiritual hace presa y reflexión sobre las dichas noticias y formas, se ha de engañar muchas veces acerca de su juicio, porque, como ninguno cumplidamente puede saber las cosas que naturalmente pasan por su imaginación, ni tener entero y cierto juicio sobre ellas, mucho menos podrá tenerle acerca de las sobrenaturales que son sobre nuestra capacidad, y que raras veces acaecen. |
§ 3.8.3 | Cuanto al primer género, está claro que, si el espiritual hace presa y reflexión sobre las dichas noticias y formas, se ha de engañar muchas veces acerca de su juicio, porque, como ninguno cumplidamente puede saber las cosas que naturalmente pasan por su imaginación, ni tener entero y cierto juicio sobre ellas, mucho menos podrá tenerle acerca de las sobrenaturales que son sobre nuestra capacidad, y que raras veces acaecen. |
§ 3.8.3 | Cuanto al primer género, está claro que, si el espiritual hace presa y reflexión sobre las dichas noticias y formas, se ha de engañar muchas veces acerca de su juicio, porque, como ninguno cumplidamente puede saber las cosas que naturalmente pasan por su imaginación, ni tener entero y cierto juicio sobre ellas, mucho menos podrá tenerle acerca de las sobrenaturales que son sobre nuestra capacidad, y que raras veces acaecen. |
§ 3.13.2 | Y el Esposo a la Esposa (Ct. 8, 6): Ponme como señuelo sobre tu corazón, como señuelo sobre tu brazo, lo cual ya es alguna aprehensión. |
§ 3.13.2 | Y el Esposo a la Esposa (Ct. 8, 6): Ponme como señuelo sobre tu corazón, como señuelo sobre tu brazo, lo cual ya es alguna aprehensión. |
§ 3.13.4 | Que sea más baja, también está claro; porque las potencias del alma no pueden de suyo hacer reflexión y operación, sino sobre alguna forma, figura e imagen; y ésta es la corteza y accidente de la sustancia y espíritu que hay debajo de la tal corteza y accidente. |
§ 3.13.4 | Que, por eso, dijo el profeta (Hab. 2, 1): Estaré en pie sobre mi custodia y afirmaré el paso sobre mi munición, y contemplaré lo que se me dijere; que es como si dijera: levantado estaré sobre toda la guardia de mis potencias, y no daré paso adelante en mis operaciones, y así podré contemplar lo que se me dijere, esto es, entenderé y gustaré lo que se me comunicare sobrenaturalmente. |
§ 3.13.4 | Que, por eso, dijo el profeta (Hab. 2, 1): Estaré en pie sobre mi custodia y afirmaré el paso sobre mi munición, y contemplaré lo que se me dijere; que es como si dijera: levantado estaré sobre toda la guardia de mis potencias, y no daré paso adelante en mis operaciones, y así podré contemplar lo que se me dijere, esto es, entenderé y gustaré lo que se me comunicare sobrenaturalmente. |
§ 3.13.4 | Que, por eso, dijo el profeta (Hab. 2, 1): Estaré en pie sobre mi custodia y afirmaré el paso sobre mi munición, y contemplaré lo que se me dijere; que es como si dijera: levantado estaré sobre toda la guardia de mis potencias, y no daré paso adelante en mis operaciones, y así podré contemplar lo que se me dijere, esto es, entenderé y gustaré lo que se me comunicare sobrenaturalmente. |
§ 3.18.3 | Y porque claramente no puede saber si es todo así, que sirve más a Dios, etc., vana cosa sería gozarse determinadamente sobre estas cosas, porque no puede ser razonable el tal gozo, pues que, como dice el Señor (Mt. 16, 26): Aunque gane todo el mundo, puede uno perder su alma. |
§ 3.18.4 | Pues sobre los hijos tampoco hay de qué se gozar, ni por ser muchos, ni ricos, y adornados de dones y gracias naturales y bienes de fortuna, sino en si sirven a Dios. |
§ 3.18.6 | 6. (Pues gozarse sobre la mujer o sobre el marido, cuando claramente no saben que sirven a Dios mejor en su casamiento, también sería vanidad; pues antes debían tener confusión, por ser el matrimonio causa, como dice san Pablo (1 Cor. 7, 3334) de que, por tener cada una puesto el corazón en el otro, no le tengan entero con Dios. |
§ 3.18.6 | 6. (Pues gozarse sobre la mujer o sobre el marido, cuando claramente no saben que sirven a Dios mejor en su casamiento, también sería vanidad; pues antes debían tener confusión, por ser el matrimonio causa, como dice san Pablo (1 Cor. 7, 3334) de que, por tener cada una puesto el corazón en el otro, no le tengan entero con Dios. |
§ 3.20.3 | Al desasido no le molestan cuidados, ni en oración ni fuera de ella, y así, sin perder tiempo, con facilidad hace mucha hacienda espiritual; pero a esotro todo se le suele ir en dar vueltas y revueltas sobre el lazo a que está asido y apropiado su corazón, y con diligencia aun apenas se puede libertar por poco tiempo de este lazo del pensamiento y gozo de lo que está asido el corazón. |
§ 3.21.2 | Ha, pues, el espiritual de purgar y oscurecer su voluntad en este vano gozo, advirtiendo que la hermosura y todas las demás partes naturales son tierra, y que de ahí vienen y a la tierra vuelven; y que la gracia y donaire es humo y aire de esa tierra; y que, para no caer en vanidad, lo ha de tener por tal y por tal estimarlo, y en estas cosas enderezar el corazón a Dios en gozo y alegría de que Dios es en sí todas esas hermosuras y gracias eminentísimamente, en infinito sobre todas las criaturas; y que, como dice David (Sal. 101, 27), todas ellas, como la vestidura, se envejecerán y pasarán, y sólo él permanece inmutable para siempre. |
§ 3.22.4 | 4. ¿Hasta dónde no llega la ponzoña de este daño? ¿Y quién no bebe o poco o mucho de este cáliz dorado de la mujer babilónica del Apocalipsis (17, 4)? Que (en sentarse ella sobre aquella gran bestia, que tenía siete cabezas y diez coronas, da a entender que apenas hay alto ni bajo, ni santo ni pecador que no dé a beber de su vino, sujetando en algo su corazón, pues, como allí se dice de ella (17, 2), fueron embriagados todos los reyes de la tierra del vino de su prostitución. |
§ 3.27.4 | Pero aunque en esta primera manera se deba gozar el cristiano sobre los bienes morales y buenas obras que temporalmente hace, por cuanto causan los bienes temporales que habemos dicho, no debe parar su gozo en esta primera manera, como habemos dicho de los gentiles, cuyos ojos del alma no trascendían más que lo de esta vida mortal, sino que -pues tiene lumbre de fe, en que espera vida eterna y que sin ésta todo lo de acá y de allá no le valdrá nada- sólo y principalmente debe gozarse en la posesión y ejercicio de estos bienes morales en la segunda manera, que es en cuanto, haciendo las obras por amor de Dios, le adquieren vida eterna. |
§ 3.31.2 | Y Santiago y san Juan querían hacer bajar fuego del cielo sobre los samaritanos porque no daban posada a nuestro Salvador; a los cuales él reprehendió por ello (Lc. 9, 5455). |
§ 3.31.5 | Y a tanto mal llega el gozo de éstos sobre estas obras, que no sólo (llega) a querer comprar los dones y gracias por dinero, como quería Simón Mago (Hch. 8, 18), para servir al demonio, pero aun procuran haber las cosas sagradas y aun (lo que no se puede decir sin temblar) las divinas, como ya se ha visto haber sido usurpado el tremendo Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo para uso de sus maldades y abominaciones. ¡Alargue y muestre Dios aquí su misericordia grande! |
§ 3.32.1 | Lo cual quiso decir David en el verso que habemos alegado al principio de la noche de esta potencia (Sal. 63, 7), es a saber: Allegarse (ha) el hombre al corazón alto, y será Dios ensalzado; porque, levantando el corazón sobre todas las cosas, se ensalza en el alma sobre todas ellas. |
§ 3.32.1 | Lo cual quiso decir David en el verso que habemos alegado al principio de la noche de esta potencia (Sal. 63, 7), es a saber: Allegarse (ha) el hombre al corazón alto, y será Dios ensalzado; porque, levantando el corazón sobre todas las cosas, se ensalza en el alma sobre todas ellas. |
§ 3.44.3 | Porque Dios es de manera que, si le llevan por bien y a su condición, harán de él cuanto quisieren; mas si va sobre interés, no hay hablarle. |
Juan de la Cruz (1542-1591) Llama de Amor Viva A |
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§ 1.1.18 | Porque aquí la ponen el corazón sobre las brasas, para que en él se extrique todo género de demonio (Tb. 6, 8); y aquí va saliendo a luz sus enfermedades, y se las ponen delante los ojos a sentir, y las ponen en cura. |
§ 1.1.21 | Y, por tanto, es como si dijera: Pues ya no solamente no me eres oscura como antes, pero eres mi divina lumbre de mi entendimiento, con que te puedo mirar; y no solamente no haces ya desfallecer mi flaqueza, mas antes eres la fortaleza de mi voluntad con que te puedo amar y gozar, estando toda convertida en divino amor; y ya no eres pesadumbre y aprieto para la sustancia de mi alma, mas antes la gloria y deleites y anchura de ella, pues que de mí se puede decir lo que se canta en los divinos Cantares (8, 5), diciendo: ¿Quién es ésta que sube del desierto, abundante en deleites, estribando sobre su Amado, acá y allá vertiendo amor? |
§ 1.1.29 | En lo cual absorbe al alma sobre todo ser a ser de Dios porque la encontró Dios y la traspasó vivamente en el Espíritu Santo, cuyas comunicaciones son impetuosas cuando son afervoradas, como ésta lo es. |
§ 1.1.29 | En el cual, porque el alma vivamente gusta de Dios, le llama dulce; no porque otros muchos toques y encuentros que en este estado recibe dejan de ser dulces y sabrosos, sino por eminencia que tiene sobre todos los demás; porque le hace Dios, como habemos dicho, a fin de desatarla y glorificarla. |
§ 2.1.2 | Y, como él sea infinito fuego de amor, cuando él quiere tocar al alma algo apretadamente, es el ardor del alma en tan sumo grado que le parece al alma que está ardiendo sobre todos los ardores del mundo. |
§ 2.1.6 | La cual llaga, el mismo cauterio que la cura la hace, y, haciéndola, la sana; que es en alguna manera semejante al cauterio del fuego natural, que, cuando le ponen sobre la llaga, hace mayor llaga y hace que la que antes era llaga causada por hierro o por otra alguna manera, ya venga a ser llaga de fuego; y si más veces asentase sobre ella el cauterio, mayor llaga de fuego haría hasta venir a resolver el sujeto. |
§ 2.1.6 | La cual llaga, el mismo cauterio que la cura la hace, y, haciéndola, la sana; que es en alguna manera semejante al cauterio del fuego natural, que, cuando le ponen sobre la llaga, hace mayor llaga y hace que la que antes era llaga causada por hierro o por otra alguna manera, ya venga a ser llaga de fuego; y si más veces asentase sobre ella el cauterio, mayor llaga de fuego haría hasta venir a resolver el sujeto. |
§ 2.1.6 | Y así, este cauterio divino del amor, la llaga que él hizo, como decimos, de amor en el alma él mismo la cura, y cada vez que asienta hace mayor llaga de amor; que la cura del amor es llagar y herir sobre lo llagado y herido, hasta tanto que venga el alma a resolverse toda en llaga de amor. |
§ 2.1.8 | Y entonces siente esta llaga el alma en deleite sobre todo encarecimiento; porque, demás de ser toda removida al trabucamiento y moción impetuosa de su fuego, en que es grande el ardor y derretimiento de amor, la herida fina y la yerba, con que vivamente iba templado el hierro, siente el alma en la sustancia del espíritu como en el corazón del alma traspasado. |
§ 2.1.15 | 15. ¡Oh mano, que, siendo tú tan generosa cuanto poderosa y rica, rica y poderosamente me das las dádivas! ¡Oh mano blanda, tanto más blanda para esta alma, asentándola blandamente, cuanto si asentases algo pesadamente hundiría todo el mundo; pues de sólo tu mirar la tierra se estremece (Sal. 103, 32), y las gentes se desatan y los montes se desmenuzan! (Hab. 3, 6). ¡Oh, pues, otra vez blanda mano, pues así como fuiste dura y rigurosa para Job (19, 21), porque le tocaste tan mala vez ásperamente, asentando tú sobre mi alma muy asiento amigable y suave que fuiste para él dura, cuanto más de asiento me tocas con amor dulce que a él le tocaste con rigor! Porque tú matas y tú das vida, y no hay quien huya de tu mano (Dt. 32, 39). |
§ 2.1.26 | Pero conviénele al alma mucho estar con grande constancia y paciencia en estas tribulaciones y trabajos de afuera y de dentro, espirituales y corporales, mayores y menores, tomándolo todo como de mano de Dios para su bien y remedio, no huyendo de ellos, pues son sanidad para el alma, como se lo aconseja el Sabio (Ecle. 10, 4), diciendo: Si el espíritu del que es poderoso descendiere sobre ti, no dejes tu lugar (esto es, el lugar y puesto de tu curación, que es aquel trabajo); porque la curación, dice, hará cesar grandes pecados, esto es, cortarte ha el hilo de tus pecados e imperfecciones, que es el mal hábito, para que no vayan adelante. |
§ 2.1.31 | De esta manera está absorta el alma en vida, ajenada de todo lo que es secular y temporal, y libre de lo natural desordenado, introducida en las celdas del Rey, donde se goza y alegra en su Amado, acordándose de sus pechos sobre el vino y diciendo: Morena soy, mas hermosa, hijas de Jerusalén (Ct. 1, 34); porque mi negrura natural se trocó en hermosura del rey celestial. |
§ 2.1.31 | ¡Oh, pues, cauterio de fuego, que abrasas infinitamente sobre todos los fuegos; y cuanto más me abrasas más suave me eres! Y ¡oh regalada llaga, más regalada salud para mí que todas las saludes y deleites del mundo! Y ¡oh mano blanda, infinitamente sobre todas las blanduras blanda, tanto para mí más blanda, cuanto más asientas y aprietas! Y ¡oh toque delicado, cuya delicadeza es más sutil y más curiosa que todas las sutilezas y hermosuras de las criaturas con infinito exceso, y más dulce y sabroso que la miel y que el panal, pues que sabes a vida eterna, que tanto me la das a gustar cuanto más íntimamente me tocas, y más precioso infinitamente que el oro y las piedras preciosas, pues pagas deudas que con todo el resto no se pagaran, porque tú vuelves la muerte en vida admirablemente! |
§ 2.1.31 | ¡Oh, pues, cauterio de fuego, que abrasas infinitamente sobre todos los fuegos; y cuanto más me abrasas más suave me eres! Y ¡oh regalada llaga, más regalada salud para mí que todas las saludes y deleites del mundo! Y ¡oh mano blanda, infinitamente sobre todas las blanduras blanda, tanto para mí más blanda, cuanto más asientas y aprietas! Y ¡oh toque delicado, cuya delicadeza es más sutil y más curiosa que todas las sutilezas y hermosuras de las criaturas con infinito exceso, y más dulce y sabroso que la miel y que el panal, pues que sabes a vida eterna, que tanto me la das a gustar cuanto más íntimamente me tocas, y más precioso infinitamente que el oro y las piedras preciosas, pues pagas deudas que con todo el resto no se pagaran, porque tú vuelves la muerte en vida admirablemente! |
§ 3.1.8 | Y así, aunque son lámparas de fuego, son aguas vivas del espíritu, como también las que vinieron sobre los Apóstoles (Act. 2, 3), que, aunque eran lámparas de fuego, también eran aguas puras y limpias, porque así las llamó el profeta Ezequiel (36, 2526) cuando profetizó aquella venida del Espíritu Santo, diciendo: Infundiré, dice allí Dios, sobre vosotros agua limpia, y pondré mi espíritu en medio de vosotros. |
§ 3.1.8 | Y así, aunque son lámparas de fuego, son aguas vivas del espíritu, como también las que vinieron sobre los Apóstoles (Act. 2, 3), que, aunque eran lámparas de fuego, también eran aguas puras y limpias, porque así las llamó el profeta Ezequiel (36, 2526) cuando profetizó aquella venida del Espíritu Santo, diciendo: Infundiré, dice allí Dios, sobre vosotros agua limpia, y pondré mi espíritu en medio de vosotros. |
§ 3.1.12 | Y por eso se le dijo a la Virgen (Lc. 1, 35) que la virtud del Altísimo la haría sombra, porque había de llegar tan cerca de ella el Espíritu Santo que había de venir sobre ella. |
§ 3.1.22 | Pero, ¡válgame Dios!, pues que es verdad que, cuando el alma desea a Dios con entera verdad, tiene ya el que ama, como dice san Gregorio sobre san Juan, ¿cómo pena por lo que ya tiene? Porque en el deseo que dice san Pedro (1 Pe. 1, 12) que tienen los ángeles de ver al Hijo de Dios, no hay alguna pena ni ansia, porque ya le poseen; y así le parece que, si el alma cuanto más desea a Dios más le posee, y la posesión de Dios da deleite y hartura al alma, como en los ángeles, que estando cumpliendo su deseo, en la posesión se deleitan, estando siempre hartando su espiritual con el apetito, sin fastidio de hartura; por lo cual, porque ni hay fastidio, siempre desean, y porque hay posesión, no penan. |
§ 3.1.33 | Por tanto, en ninguna sazón y tiempo, ya que el alma ha comenzado a entrar en este sencillo y ocioso estado de contemplación, no ha el alma de querer traer delante de sí meditaciones, ni querer arrimarse a jugos ni sabores espirituales, sino estar desarrimada en pie sobre todo eso, el espíritu desasido, como dijo el profeta Habacub (2, 1) que había él de hacer, diciendo: Estaré en pie sobre la guarda de mis sentidos, esto es, dejándolos abajo, y afirmaré el paso sobre la munición de mis potencias, esto es, no dejándolas dar paso de pensamiento, y contemplaré lo que se me dijere, esto es, recibiré lo que se me comunicare. |
§ 3.1.33 | Por tanto, en ninguna sazón y tiempo, ya que el alma ha comenzado a entrar en este sencillo y ocioso estado de contemplación, no ha el alma de querer traer delante de sí meditaciones, ni querer arrimarse a jugos ni sabores espirituales, sino estar desarrimada en pie sobre todo eso, el espíritu desasido, como dijo el profeta Habacub (2, 1) que había él de hacer, diciendo: Estaré en pie sobre la guarda de mis sentidos, esto es, dejándolos abajo, y afirmaré el paso sobre la munición de mis potencias, esto es, no dejándolas dar paso de pensamiento, y contemplaré lo que se me dijere, esto es, recibiré lo que se me comunicare. |
§ 3.1.33 | Por tanto, en ninguna sazón y tiempo, ya que el alma ha comenzado a entrar en este sencillo y ocioso estado de contemplación, no ha el alma de querer traer delante de sí meditaciones, ni querer arrimarse a jugos ni sabores espirituales, sino estar desarrimada en pie sobre todo eso, el espíritu desasido, como dijo el profeta Habacub (2, 1) que había él de hacer, diciendo: Estaré en pie sobre la guarda de mis sentidos, esto es, dejándolos abajo, y afirmaré el paso sobre la munición de mis potencias, esto es, no dejándolas dar paso de pensamiento, y contemplaré lo que se me dijere, esto es, recibiré lo que se me comunicare. |
§ 3.1.41 | Dios está como el sol sobre las almas para entrar; conténtense con disponerla según la perfección evangélica, que consiste en la desnudez y vacío de sentido y espíritu, y no quieran pasar adelante en el edificar, que ese oficio sólo es del Señor, de donde desciende todo dado excelente (Sant. 1, 17). |
§ 3.1.43 | Por eso téngase cuidado que la voluntad esté vacía y desasida de sus afecciones, que, sino vuelve atrás, queriendo gustar algún jugo o gusto, aunque particularmente no le sienta en Dios, adelante va, subiendo sobre todas las cosas a Dios, pues de ninguna cosa gusta. |
§ 3.1.43 | Y a Dios, aunque no le guste muy particular y distintamente, ni le ame con tan distinto acto, gústale en aquella infusión general oscura y secretamente, más que a todas las cosas distintas, pues entonces ve ella claro que ninguna le dan tanto gusto como aquella quietud solitaria; y ámale sobre todas las cosas amables, pues que todos los otros jugos y gustos de todas ellas tiene desechados y le son desabridos. |
§ 3.1.43 | Y así, la voluntad para ir a Dios más ha de ser desarrimándose de toda cosa deleitosa y sabrosa, que arrimándose; que así cumple bien el precepto de amor, que es amarle sobre todas las cosas, lo cual no puede ser sin desnudez y vacío espiritual en todas ellas. |
§ 3.1.62 | Porque, hasta que el Señor dijo: Fiat lux (Gn. 1, 3), estaban las tinieblas sobre la faz del abismo (1, 2) de la caverna del sentido. |
§ 3.1.63 | Porque la ceguedad del sentido racional y superior es el apetito que, como catarata y nube, se atraviesa y pone sobre el ojo de la razón para que no vea las cosas que están delante. |
§ 3.1.63 | Porque así como, poniendo sobre el ojo una cosa, por pequeña que sea, basta para tapar la vista que no vea otras cosas que estén delante, por grandes que sean, así un leve apetito y ocioso acto que tenga el alma, basta para impedirla todas estas grandezas divinas que están después de los gustos y apetitos que el alma quiere. |
§ 3.1.64 | Porque, estando aquella catarata y nube sobre el ojo del juicio, no ve sino catarata, unas veces de un color, otras de otro, como ellas se ponen; y piensan que la catarata es Dios, porque no ve, como habemos dicho, más que catarata, que está sobre el sentido, y Dios no cae en sentido. |
§ 3.1.64 | Porque, estando aquella catarata y nube sobre el ojo del juicio, no ve sino catarata, unas veces de un color, otras de otro, como ellas se ponen; y piensan que la catarata es Dios, porque no ve, como habemos dicho, más que catarata, que está sobre el sentido, y Dios no cae en sentido. |
§ 3.1.66 | Y así, cuando tú, de tuyo, te quieres pegar a los gustos espirituales y ejercitas el apetito tuyo y natural, catarata pones, y eres animal y no podrás entender ni juzgar lo espiritual, que es sobre todo sentido y apetito natural. |
§ 4.1.4 | Que, por cuanto como dice san Juan (1, 3), todas las cosas en él son vida y en él viven y son y se mueven, como también dice el Apóstol (Act. 17, 28), de aquí es que, moviéndose este gran Emperador en el alma, cuyo principado, como dice Isaías (9, 6), trae sobre sus hombros, que son las tres máquinas: celeste, terrestre e infernal (Fil. 2, 10), y las cosas que hay en ellas, sustentándolas todas, como dice san Pablo (Hb. 1, 3), en el Verbo de su virtud, todas a una parezcan moverse, al modo que al movimiento de la tierra se mueven todas las cosas naturales que hay en ella, como si no fuesen nada; así es cuando se mueve este Príncipe, que trae sobre sí su corte, y no la corte a él. |
§ 4.1.4 | Que, por cuanto como dice san Juan (1, 3), todas las cosas en él son vida y en él viven y son y se mueven, como también dice el Apóstol (Act. 17, 28), de aquí es que, moviéndose este gran Emperador en el alma, cuyo principado, como dice Isaías (9, 6), trae sobre sus hombros, que son las tres máquinas: celeste, terrestre e infernal (Fil. 2, 10), y las cosas que hay en ellas, sustentándolas todas, como dice san Pablo (Hb. 1, 3), en el Verbo de su virtud, todas a una parezcan moverse, al modo que al movimiento de la tierra se mueven todas las cosas naturales que hay en ella, como si no fuesen nada; así es cuando se mueve este Príncipe, que trae sobre sí su corte, y no la corte a él. |
§ 4.1.12 | Pero, luego que la favoreció, extendió su cetro, y, tocándola con él y abrazándola, volvió sobre sí, habiéndola dicho que él era su hermano, que no temiese (Ester 15, 1215). |
§ 4.1.17 | Porque, siendo llena de bien y gloria, la llenó de bondad y gloria del Espíritu Santo, en que la enamoró de sí sobre toda lengua y sentido en los profundos de Dios. |
Juan de la Cruz (1542-1591) Llama de Amor Viva B |
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§ 0 | Que, por cuanto en esta manera está Dios medicinando y curando al alma en sus muchas enfermedades para darle salud, por fuerza ha de penar según su dolencia en la tal purga y cura, porque aquí le pone Tobías el corazón sobre las brasas, para que en él se extrique y desenvuelva todo género de demonio (Tb. 6, 8), y así, aquí van saliendo a luz todas sus enfermedades, poniéndoselas en cura, y delante de sus ojos a sentir. |
§ 0 | De esta manera le era antes esquiva esta llama al alma sobre lo que se puede decir, peleando en ella unos contrarios contra otros: Dios, que es todas las perfecciones, contra todos los hábitos imperfectos de ella para que, transformándola en sí, la suavice y pacifique y establezca como el fuego hace al madero cuando ha entrado en él. |
§ 0 | Y esto es lo que quiere dar a entender cuando dice el alma el presente verso: Pues ya no eres esquiva, que en suma es como si dijera: Pues ya no solamente no me eres oscura como antes, pues eres la divina luz de mi entendimiento, que te puedo ya mirar; y no solamente no haces desfallecer mi flaqueza, mas antes eres la fortaleza de mi voluntad con que te puedo amar y gozar, estando toda convertida en amor divino; y ya no eres pesadumbre y aprieto para la sustancia de mi alma, mas antes eres la gloria y deleites y anchura de ella, pues que de mí se puede decir lo que se canta en los divinos Cantares (8, 5), diciendo: ¿Quién es ésta que sube del desierto abundante en deleites, estribando sobre su Amado, acá y allá vertiendo amor? Pues esto es así, |
§ 0 | Y es la razón porque sintiendo el alma en Dios infinita gana, como habemos dicho, de que se acabe la vida y que, como no ha llegado el tiempo de su perfección, no se hace, echa de ver que para consumarla y elevarla de la carne, hace él en ella estos embestimientos divinos y gloriosos a manera de encuentros, que, como son a fin de purificarla y sacarla de la carne, verdaderamente son encuentros con que siempre penetra, endiosando la sustancia del alma, haciéndola divina, en lo cual absorbe al alma sobre todo ser a ser de Dios. |
§ 0 | Y la causa es porque la encontró Dios y la traspasó en el Espíritu Santo vivamente, cuyas comunicaciones son impetuosas, cuando son afervoradas, como lo es este encuentro; al cual, porque en él el alma vivamente gusta de Dios, llama dulce; no porque otros muchos toques y encuentros que en este estado recibe dejen de ser dulces, sino por eminencia que tiene sobre todos los demás; porque le hace Dios, como habemos dicho, a fin de desatarla y glorificarla presto. |
§ 0 | Y como él sea infinito fuego de amor, cuando él quiere tocar al alma algo apretadamente, es el ardor de ella en tan sumo grado de amor que le parece a ella que está ardiendo sobre todos los ardores del mundo. |
§ 0 | Y para dar a entender cómo sea esta llaga con que aquí ella habla, es de saber que el cauterio del fuego material en la parte do asienta siempre hace llaga, y tiene esta propiedad: que si sienta sobre llaga que no era de fuego, la hace que sea de fuego. |
§ 0 | Pero en esto hay diferencia de este amoroso cauterio al del fuego material; que éste la llaga que hace no la puede volver a sanar, si no se aplican otros medicables, pero la llaga del cauterio de amor no se puede curar con otra medicina, sino que el mismo cauterio que la hace la cura, y el mismo que la cura, curándola la hace; porque, cada vez que toca el cauterio de amor en la llaga de amor, hace mayor llaga de amor, y así cura y sana más, por cuanto llaga más; porque el amante, cuanto más llagado está, más sano; y la cura que hace el amor es llagar y herir sobre lo llagado, hasta tanto que la llaga sea tan grande que toda el alma venga a resolverse en llaga de amor. |
§ 0 | Y entonces, al herir de este encendido dardo, siente la llaga del alma en deleite sobre manera; porque, demás de ser ella toda removida en gran suavidad al trabucamiento y moción impetuosa causada por aquel serafín, en que siente grande ardor y derretimiento de amor, siente la herida fina y la yerba con que vivamente iba templado el hierro, como una viva punta en la sustancia del espíritu, como en el corazón del alma traspasado. |
§ 0 | Conviénele, pues, al alma mucho estar con grande paciencia y constancia en todas las tribulaciones y trabajos que la pusiere Dios de fuera y de dentro, espirituales y corporales, mayores y menores, tomándolo todo como de su mano para su bien y remedio, y no huyendo de ellos, pues son sanidad para ella, tomando en esto el consejo del Sabio (Ecle. 10, 4), que dice: Si el espíritu del que tiene la potestad descendiere sobre tí, no desampares tu lugar (esto es, el lugar y puesto de tu probación, que es aquel trabajo que te envía); porque la curación hará cesar grandes pecados, esto es, cortarte ha las raíces de tus pecados e imperfecciones, que son los hábitos malos, porque el combate de los trabajos y aprietos y tentaciones apaga los hábitos malos e imperfectos del alma y la purifica y fortalece. |
§ 0 | De esta suerte está el alma absorta en vida divina, ajenada de todo lo que es secular, temporal y apetito natural, introducida en las celdas del rey, donde se goza y alegra en su Amado, acordándose de sus pechos sobre el vino, diciendo (Ct. 1, 34): Aunque soy morena, soy hermosa, hijas de Jerusalén, porque mi negrura natural se trocó en hermosura del rey celestial. |
§ 0 | De manera que estas lámparas de fuego son aguas vivas del Espíritu, como las que vinieron sobre los Apóstoles (Act. 2, 3); aunque eran lámparas de fuego, también eran aguas puras y limpias, porque así las llamó el profeta Ezequiel (36, 2526) cuando profetizó aquella venida del Espíritu Santo, diciendo: Infundiré, dice allí Dios, sobre vosotros aguas limpias y pondré mi espíritu en medio de vosotros. |
§ 0 | De manera que estas lámparas de fuego son aguas vivas del Espíritu, como las que vinieron sobre los Apóstoles (Act. 2, 3); aunque eran lámparas de fuego, también eran aguas puras y limpias, porque así las llamó el profeta Ezequiel (36, 2526) cuando profetizó aquella venida del Espíritu Santo, diciendo: Infundiré, dice allí Dios, sobre vosotros aguas limpias y pondré mi espíritu en medio de vosotros. |
§ 0 | Y por eso aquella merced que hizo Dios a la Virgen María de la concepción del Hijo de Dios la llamó el ángel san Gabriel (Lc. 1, 35) obumbración del Espíritu Santo, diciendo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo te hará sombra. |
§ 0 | Pero, ¡válgame Dios!, pues que es verdad que cuando el alma desea a Dios con entera verdad, tiene ya al que ama, como dice san Gregorio sobre san Juan, ¿cómo pena por lo que ya tiene? Porque en el deseo, que dice san Pedro que tienen los ángeles de ver al Hijo de Dios (1 Pe. 1, 12), no hay alguna pena o ansia, porque ya le poseen. |
§ 0 | Por tanto, en toda sazón y tiempo, ya que el alma ha comenzado a entrar en este sencillo y ocioso estado de contemplación, que acaece cuando ya no puede meditar ni acierta a hacerlo, no ha de querer traer delante de sí meditaciones ni arrimarse a jugos ni sabores espirituales, sino estar desarrimada en pie, desasido el espíritu desasido del todo sobre todo eso, como dijo Habacuc (2, 1) que había él de hacer para oír lo que Dios le dijese: Estaré, dice, en pie sobre mi guarda, y afirmaré mi paso sobre mi munición, y contemplaré lo que se me dijere. |
§ 0 | Por tanto, en toda sazón y tiempo, ya que el alma ha comenzado a entrar en este sencillo y ocioso estado de contemplación, que acaece cuando ya no puede meditar ni acierta a hacerlo, no ha de querer traer delante de sí meditaciones ni arrimarse a jugos ni sabores espirituales, sino estar desarrimada en pie, desasido el espíritu desasido del todo sobre todo eso, como dijo Habacuc (2, 1) que había él de hacer para oír lo que Dios le dijese: Estaré, dice, en pie sobre mi guarda, y afirmaré mi paso sobre mi munición, y contemplaré lo que se me dijere. |
§ 0 | Por tanto, en toda sazón y tiempo, ya que el alma ha comenzado a entrar en este sencillo y ocioso estado de contemplación, que acaece cuando ya no puede meditar ni acierta a hacerlo, no ha de querer traer delante de sí meditaciones ni arrimarse a jugos ni sabores espirituales, sino estar desarrimada en pie, desasido el espíritu desasido del todo sobre todo eso, como dijo Habacuc (2, 1) que había él de hacer para oír lo que Dios le dijese: Estaré, dice, en pie sobre mi guarda, y afirmaré mi paso sobre mi munición, y contemplaré lo que se me dijere. |
§ 0 | Es como si dijera: levantaré mi mente sobre todas las operaciones y noticias que puedan caer en mis sentidos y lo que ellos pueden guardar y retener en sí, dejándolo todo abajo; y afirmaré el paso de la munición de mis potencias, no dejándoles dar paso de operación propia, para que pueda recibir por contemplación lo que se me comunicare de parte de Dios; porque ya hemos dicho que la contemplación pura consiste en recibir. |
§ 0 | Dios está como el sol sobre las almas para comunicarse a ellas. |
§ 0 | De donde no hay que temer la ociosidad de la voluntad en este caso; que si de suyo deja de hacer actos de amor sobre particulares noticias, hácelos Dios en ella, embriagándola secretamente en amor infuso, o por medio de la noticia de contemplación, o sin ella, como acabamos de decir, los cuales son tanto más sabrosos y meritorios que los que ella hiciera, cuanto es mejor el movedor e infusor de este amor, que es Dios. |
§ 0 | Por eso, téngase cuidado que la voluntad esté vacía y desasida de sus afecciones, que, si no vuelve atrás, queriendo gustar algún jugo o gusto, aunque particularmente no le sienta en Dios, adelante va, subiendo sobre todas las cosas a Dios, pues de ninguna cosa gusta. |
§ 0 | Y a Dios, aunque no le guste muy en particular y distintamente, ni le ame con tan distinto acto, gústale en aquella infusión general oscura y secretamente más que a todas las cosas distintas, pues entonces ve ella claro que ninguna le da tanto gusto como aquella quietud solitaria; y ámale sobre todas las cosas amables, pues que todos los otros jugos y gustos de todas ellas tiene desechados y le son desabridos. |
§ 0 | Y así, la voluntad para ir a Dios, más ha de ser desarrimándose de toda cosa deleitosa y sabrosa, que arrimándose; y así cumple bien el precepto de amor, que es amar sobre todas la cosas, lo cual no puede ser sin desnudez y vacío de todas ellas. |
§ 0 | Porque, hasta que el Señor dijo: Fiat lux (Gn. 1, 3), estaban las tinieblas sobre la haz del abismo (1, 2) de la caverna del sentido del alma; el cual, cuanto es más abisal y de más profundas cavernas, tanto más abisales y profundas tinieblas hay en él acerca de lo sobrenatural cuando Dios, que es su lumbre, no le alumbra; y así, esle imposible alzar los ojos a la divina luz, ni caer en su pensamiento, porque no sabe cómo es, nunca habiéndola visto. |
§ 0 | Porque la ceguedad del sentido racional y superior es el apetito, que, como catarata y nube, se atraviesa y pone sobre el ojo de la razón, para que no vea las cosas que están delante. |
§ 0 | Porque así como, poniendo sobre el ojo una cosa, por pequeña que sea, basta para tapar la vista que no vea otras cosas que están delante, por grandes que sean, así un leve apetito y ocioso acto que tenga el alma, basta para impedirla todas estas grandezas divinas, que están después de los gustos y apetitos que el alma quiere. |
§ 0 | Porque, estando aquella catarata y nube sobre el ojo del juicio, no ve sino catarata, unas veces de un color y otras de otro, como ellas se le ponen; y piensa que la catarata es Dios, porque, como digo, no ve más que catarata que está sobre el sentido, y Dios no cae en el sentido. |
§ 0 | Porque, estando aquella catarata y nube sobre el ojo del juicio, no ve sino catarata, unas veces de un color y otras de otro, como ellas se le ponen; y piensa que la catarata es Dios, porque, como digo, no ve más que catarata que está sobre el sentido, y Dios no cae en el sentido. |
§ 0 | Y así no podrás entender ni juzgar de lo espiritual, que es sobre todo sentido y apetito natural. |
§ 0 | Que, por cuanto, como dice san Juan (1, 3), todas las cosas en él son vida, y en él viven y son y se mueven, como también dice el Apóstol (Act. 17, 28), de aquí es que, moviéndose este tan grande Emperador en el alma, cuyo principado, como dice Isaías (9, 6) trae sobre su hombro, que son las tres máquinas: celeste, terrestre e infernal (Fil. 2, 10), y las cosas que hay en ellas, sustentándolas todas, como dice san Pablo (Hb. 1, 3) con el Verbo de su virtud, todas a una parezcan moverse, al modo que al movimiento de la tierra se mueven todas las cosas materiales que hay en ella, como si no fuesen nada; así es cuando se mueve este príncipe, que trae sobre sí su corte y no la corte a él. |
§ 0 | Que, por cuanto, como dice san Juan (1, 3), todas las cosas en él son vida, y en él viven y son y se mueven, como también dice el Apóstol (Act. 17, 28), de aquí es que, moviéndose este tan grande Emperador en el alma, cuyo principado, como dice Isaías (9, 6) trae sobre su hombro, que son las tres máquinas: celeste, terrestre e infernal (Fil. 2, 10), y las cosas que hay en ellas, sustentándolas todas, como dice san Pablo (Hb. 1, 3) con el Verbo de su virtud, todas a una parezcan moverse, al modo que al movimiento de la tierra se mueven todas las cosas materiales que hay en ella, como si no fuesen nada; así es cuando se mueve este príncipe, que trae sobre sí su corte y no la corte a él. |
§ 0 | Porque, siendo la aspiración llena de bien y gloria, en ella llenó el Espíritu Santo al alma de bien y gloria, en que la enamoró de sí sobre toda lengua y sentido en los profundos de Dios. |
Juan de la Cruz (1542-1591) Noche Oscura |
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§ 0 | Quedéme y olvidéme, el rostro recliné sobre el Amado, cesó todo y dejéme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado. |
§ 1.2.1 | Y de aquí también les nace cierta gana algo vana, y a veces muy vana, de hablar cosas espirituales delante de otros, y aun a veces de enseñarlas más que de aprenderlas, y condenan en su corazón a otros cuando no los ven con la manera de devoción que ellos querrían, y aun a veces lo dicen de palabra, pareciéndose en esto al fariseo, que se jactaba alabando a Dios sobre las obras que hacía, y despreciando al publicano (Lc. 18, 1112). |
§ 1.6.4 | Hay también otros que por esta golosina tienen tan poco conocida su bajeza y propia miseria y tan echado aparte el amoroso temor y respeto que deben a la grandeza de Dios, (que) no dudan de porfiar mucho con sus confesores sobre que les dejen comulgar muchas veces. |
§ 1.6.4 | Y a esta causa, con ojo de ir comulgando, hacen como quiera las confesiones, teniendo más codicia en comer que en comer limpia y perfectamente; como quiera que fuera más sano y santo tener la inclinación contraria, rogando a sus confesores que no les manden llegar tan a menudo; aunque entre lo uno y lo otro mejor es la resignación humilde, pero los demás atrevimientos cosa es para grande mal y castigo de ellos sobre tal temeridad. |
§ 1.11.2 | Pero entretanto, en fin, como el que está puesto en cura, todo es padecer en esta oscura y seca purgación del apetito, curándose de muchas imperfecciones e imponiéndose en muchas virtudes para hacerse capaz del dicho amor, como ahora se dirá sobre el verso siguiente: |
§ 1.12.5 | Esto da muy bien a entender el mismo profeta Isaías (28, 9), diciendo: ¿A quién enseñará Dios su ciencia y a quién hará oír su audición? A los destetados, dice, de la leche, a los desarrimados de los pechos; en lo cual se da a entender que para esta divina influencia no es la disposición la leche primera de la suavidad espiritual, ni el arrimo del pecho de los sabrosos discursos de las potencias sensitivas que gustaba el alma, sino el carecer de lo uno y desarrimo de lo otro, por cuanto para oír a Dios le conviene al alma estar muy en pie y desarrimada, según el afecto y sentido, como de sí lo dice el profeta (Hab. 2, 1), diciendo: Estaré en pie sobre mi custodia, esto es, desarrimado el apetito, y afirmaré el paso, esto es, no discurriré con el sentido, para contemplar, esto es, para entender lo que de parte de Dios se me alegare. |
§ 1.13.7 | Acerca de las imperfecciones de los otros tres vicios espirituales que allí dijimos que son ira, envidia y acidia, también en esta sequedad del apetito se purga el alma y adquiere las virtudes a ellas contrarias; porque, ablandada y humillada por estas sequedades y dificultades y otras tentaciones y trabajos en que a vueltas de esta noche Dios la ejercita, se hace mansa para con Dios y para consigo y también para con el prójimo; de manera que ya no se enoja con alteración sobre las faltas propias contra sí, ni sobre las ajenas contra el prójimo, ni acerca de Dios trae disgusto y querellas descomedidas porque no le hace presto bueno. |
§ 1.13.7 | Acerca de las imperfecciones de los otros tres vicios espirituales que allí dijimos que son ira, envidia y acidia, también en esta sequedad del apetito se purga el alma y adquiere las virtudes a ellas contrarias; porque, ablandada y humillada por estas sequedades y dificultades y otras tentaciones y trabajos en que a vueltas de esta noche Dios la ejercita, se hace mansa para con Dios y para consigo y también para con el prójimo; de manera que ya no se enoja con alteración sobre las faltas propias contra sí, ni sobre las ajenas contra el prójimo, ni acerca de Dios trae disgusto y querellas descomedidas porque no le hace presto bueno. |
§ 2.6.2 | La manera de esta pasión y pena, aunque de verdad ella es sobre manera, descríbela David (Sal. 17, 57), diciendo: Cercáronme los gemidos de la muerte, los dolores del infierno me rodearon, en mi tribulación clamé. |
§ 2.6.2 | La cual también David, sintiéndola mucho en este caso, dice (Sal. 87, 68): De la manera que los llagados están muertos en los sepulcros, dejados ya de tu mano, de que no te acuerdas más, así me pusieron a mí en el lago más hondo e inferior en tenebrosidades y sombra de muerte, y está sobre mi confirmado tu furor, y todas tus olas descargaste sobre mí. |
§ 2.6.2 | La cual también David, sintiéndola mucho en este caso, dice (Sal. 87, 68): De la manera que los llagados están muertos en los sepulcros, dejados ya de tu mano, de que no te acuerdas más, así me pusieron a mí en el lago más hondo e inferior en tenebrosidades y sombra de muerte, y está sobre mi confirmado tu furor, y todas tus olas descargaste sobre mí. |
§ 2.6.3 | Todo lo cual, como quien tan bien lo experimentó en el vientre de la bestia corporal y espiritualmente, testifica bien Jonás (2, 47), diciendo así: Arrojásteme al profundo en el corazón de la mar, y la corriente me cercó; todos sus golfos y olas pasaron sobre mí y dije: arrojado estoy de la presencia de tus ojos; pero otra vez veré tu santo templo (lo cual dice, porque aquí purifica Dios al alma para verlo); cercáronme las aguas hasta el alma, el abismo me ciñó, el piélago me cubrió mi cabeza, a los extremos de los montes descendí; los cerrojos de la tierra me encerraron para siempre. |
§ 2.6.5 | Y sobre esto dice luego (24, 11): Ponedla también así vacía sobre las ascuas, para que se caliente y se derrita su metal, y se deshaga en medio de ella su inmundicia y sea consumido su moho. |
§ 2.6.5 | Y sobre esto dice luego (24, 11): Ponedla también así vacía sobre las ascuas, para que se caliente y se derrita su metal, y se deshaga en medio de ella su inmundicia y sea consumido su moho. |
§ 2.7.1 | Esto dice Job (16, 1317), también como lo experimentó por aquellas palabras: Yo, aquél que solía ser opulento y rico, de repente estoy deshecho y contrito; asióme la cerviz, quebrantóme y púsome como señuelo suyo para herir en mí; cercóme con sus lanzas, llagó todos mis lomos, no perdonó, derramó en la tierra mis entrañas, rompióme como llaga sobre llaga; embistió en mí como fuerte gigante; cosí saco sobre mi piel, y cubrí con ceniza mi carne; mi rostro se ha hinchado en llanto y cegádose mis ojos. |
§ 2.7.1 | Esto dice Job (16, 1317), también como lo experimentó por aquellas palabras: Yo, aquél que solía ser opulento y rico, de repente estoy deshecho y contrito; asióme la cerviz, quebrantóme y púsome como señuelo suyo para herir en mí; cercóme con sus lanzas, llagó todos mis lomos, no perdonó, derramó en la tierra mis entrañas, rompióme como llaga sobre llaga; embistió en mí como fuerte gigante; cosí saco sobre mi piel, y cubrí con ceniza mi carne; mi rostro se ha hinchado en llanto y cegádose mis ojos. |
§ 2.7.2 | Y para ir concluyendo con este verso y dando a entender más lo que obra en el alma esta noche, diré lo que en ella siente Jeremías (Lm. 3, 120), la cual por ser tanto, lo dice y llora él por muchas palabras en esta manera: Yo, varón, que veo mi pobreza en la vara de su indignación, hame amenazado, y trájome a las tinieblas, y no a la luz. ¡Tanto ha vuelto y convertido su manos sobre mí todo el día! Hizo vieja mi piel y mi carne, desmenuzó mis huesos; en rededor de mí hizo cerca, y cercóme de hiel y de trabajo; en tenebrosidades me colocó, como muertos sempiternos. |
§ 2.7.3 | Todos estos llantos hace Jeremías sobre este trabajo, en que pinta muy al vivo las pasiones del alma en esta purgación y noche espiritual. |
§ 2.9.7 | El cual rugido es cosa de gran dolor, porque algunas veces, con la súbita y aguda memoria de estas miserias en que se ve el alma, tanto se levanta y cerca en dolor y pena las afecciones del alma, que no sé cómo se podrá dar a entender sino por la semejanza que el profeta Job (3, 24), estando en el mismo trabajo de él, por estas palabras dice: De la manera que son las avenidas de las aguas, así el rugido mío; porque así como algunas veces las aguas hacen tales avenidas que todo lo anegan y llenan, así este rugido y sentimiento del alma algunas veces crece tanto, que, anegándola y traspasándola toda, llena de angustias y dolores espirituales todos sus afectos profundos y fuerzas sobre todo lo que se puede encarecer. |
§ 2.10.10 | Llevando, pues, delante de los ojos esta comparación con la noticia que ya queda dada sobre el primer verso de la primera canción de esta oscura noche y de sus propiedades terribles, será bueno salir de estas cosas tristes del alma y comenzar ya a tratar del fruto de sus lágrimas y de sus propiedades dichosas, que se comienzan a cantar desde este segundo verso: |
§ 2.16.1 | Porque los apetitos sensitivos y espirituales están adormecidos y amortiguados sin poder gustar de cosa ni divina ni humana; las afecciones del alma, oprimidas y apretadas, sin poderse mover a ella ni hallar arrimo en nada; la imaginación, atada, sin poder hacer algún discurso de bien; la memoria, acabada; el entendimiento, entenebrecido, sin poder entender cosa, y de aquí también la voluntad seca y apretada, y todas las potencias vacías e inútiles, y, sobre todo esto, una espesa y pesada nube sobre el alma, que la tiene angustiada y ajenada de Dios. |
§ 2.16.1 | Porque los apetitos sensitivos y espirituales están adormecidos y amortiguados sin poder gustar de cosa ni divina ni humana; las afecciones del alma, oprimidas y apretadas, sin poderse mover a ella ni hallar arrimo en nada; la imaginación, atada, sin poder hacer algún discurso de bien; la memoria, acabada; el entendimiento, entenebrecido, sin poder entender cosa, y de aquí también la voluntad seca y apretada, y todas las potencias vacías e inútiles, y, sobre todo esto, una espesa y pesada nube sobre el alma, que la tiene angustiada y ajenada de Dios. |
§ 2.16.5 | De aquí es que todo lo espiritual, si de arriba no viene comunicado del Padre de las lumbres (Sant. 1, 17) sobre el albedrío y apetito humano, aunque más se ejercite el gusto y potencias del hombre con Dios y por mucho que les parezca los gustan, no los gustarán divina y espiritualmente, sino humana y naturalmente, como gustan las demás cosas, porque los bienes no van del hombre a Dios, sino vienen de Dios al hombre. |
§ 2.17.6 | Porque, demás de lo ordinario, algunas veces de tal manera absorbe al alma y sume en su abismo secreto, que el alma echa de ver claro que está puesta alejadísima y remotísima de toda criatura; de suerte que le parece que la colocan en una profundísima y anchísima soledad, donde no puede llegar alguna humana criatura, como un inmenso desierto que por ninguna parte tiene fin, tanto más deleitoso, sabroso y amoroso, cuanto más profundo, ancho y solo, donde el alma se ve tan secreta cuando se ve sobre toda temporal criatura levantada. |
§ 2.17.7 | Esta propiedad de ser secreta y sobre la capacidad natural esta divina contemplación, tiénela no sólo por ser cosa sobrenatural, sino también es cuanto es vía que guía y lleva al alma a las perfecciones de la unión de Dios; las cuales, como son cosas no sabidas humanamente, hase de caminar a ellas humanamente no sabiendo y divinamente ignorando. |
§ 2.19.3 | Como a Jacob, que, con haberle hecho servir siete años sobre otros siete, le parecían pocos por la grandeza del amor (Gn. 29, 20). |
§ 2.20.3 | Al profeta Daniel (10, 11), por ser varón de deseos, se le mandó de parte de Dios que permaneciese en este grado, diciéndole: Daniel, está sobre tu grado, porque eres varón de deseos. |
§ 2.20.4 | Por esto dice san Gregorio de los Apóstoles que, cuando el Espíritu Santo visiblemente vino sobre ellos, que interiormente ardieron por amor suavemente. |
§ 2.21.6 | Luego, sobre esta túnica blanca de fe se sobrepone aquí el alma el segundo color, que es una almilla de verde, por el cual, como dijimos, es significada la virtud de la esperanza; con la cual, cuanto a lo primero, el alma se libra y ampara del segundo enemigo, que es el mundo. |
§ 2.21.10 | Sobre el blanco y verde, para el remate y perfección de este disfraz y librea, lleva el alma aquí el tercer color, que es una excelente toga colorada, por la cual es denotada la tercera virtud, que es caridad, con la cual no solamente da gracia a las otras dos colores, pero hace levantar tanto al alma de punto, que la pone cerca de Dios tan hermosa y agradable, que se atreve ella a decir: Aunque soy morena, ¡oh hijas de Jerusalén!, soy hermosa; y por eso me ha amado el rey, y metídome en su lecho (Ct. 1, 4). |
§ 2.21.10 | Con esta librea de caridad, que es ya la del amor, que en el Amado hace más amor, no sólo se ampara y encubre el alma del tercer enemigo, que es la carne (porque donde hay verdadero amor de Dios, no entrará amor de sí ni de sus cosas), pero aun hace válidas a las demás virtudes, dándoles vigor y fuerza para amparar al alma, y gracia y donaire para agradar al Amado con ellas, porque sin caridad ninguna virtud es graciosa delante de Dios; porque ésta es la púrpura que se dice en los Cantares (3, 10), sobre que se recuesta Dios, viéndose en el alma. |
§ 2.23.9 | Otras veces prevalece el demonio y comprehende al alma la turbación y el horror, lo cual es al alma de mayor pena que ningún tormento de esta vida le podría ser; porque, como esta horrenda comunicación va de espíritu a espíritu, algo desnuda y claramente de todo lo que es cuerpo, es penosa sobre todo sentido; y dura esto algún tanto en el espíritu, no mucho, porque saldría el espíritu de las carnes con la vehemente comunicación del otro espíritu; después queda la memoria que basta para dar gran pena. |
Juan de la Cruz (1542-1591) Otras del mismo a lo divino |
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Juan de la Cruz (1542-1591) Que va por super flumina |
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